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Las confesiones en piloto automático de James Taylor

El cantautor anunciaba un disco artesanal. Pero no: se ha endulzado en otros estudios. Y cae en obviedades de superestrella

Diego A. Manrique
James Taylor
James TaylorDouglas Gorenstein (Getty)

En la segunda mitad de los sesenta, James Taylor destacaba entre la tropa del rock. Puro WASP, bostoniano con raíces sureñas, hijo de un estimado doctor y una cantante de ópera; tales criaturas del establishment no iban por los tugurios del Greenwich Village interpretando sus canciones.

En aquel mundillo bohemio pilló una afición a la heroína que le atormentaría durante 20 años, aunque lo ocultó bien. Guapo, educado, sensible, con dinero en el bolsillo, todas las puertas se le abrían. Incluso en el sanctasanctórum del Londres pop: estuvo entre los primeros fichajes del sello Apple.

Con el siguiente LP, Sweet Baby James, atrapó el zeitgeist de 1970. Según la revista Time, lideró el giro de lo político a lo privado, del abuso de decibelios a la música acústica, de la turbulencia urbana a la placidez rural. Asistimos a un enamoramiento obsesivo, que se extendió a toda su familia Taylor: sus cuatro hermanos grabaron discos.

Todavía encarna James Taylor cierta idea romántica del trovador estadounidense: Obama le llama para que cante cuando tiene invitados europeos. Pero, olvidando los discos navideños y las versiones para Starbucks, llevaba desde 2002 sin grabar composiciones nuevas.

Before This World lucía apetecible: en su (recomendable) página web, James sugería que sería un disco artesanal, hecho en casa. Pero no: se ha endulzado en otros estudios. Y cae en obviedades de superestrella, como los anodinos cameos de famosos tipo Yo-Yo Ma o Sting.

Todo se soportaría si palpitaran las canciones. En la vertiente intimista hay celebraciones rituales de la naturaleza y su actual felicidad. Aparte, nos topamos con las glorias beisboleras de los Red Sox (‘Angels of Fenway’), el soldado de ‘Far Afghanistan’ que empatiza con el enemigo (“habla con su dios y ese dios también le responde”), una celebración de los ritmos caribeños (donde, ay, rima “ay caramba” con “la bamba”)… La única ruptura es ‘Stretch of The Highway’, crónica de la vida del músico en gira. Tiene una onda Steely Dan, pero salta a otra dimensión al hablar de, traducción literal, esos “chochos de primera categoría” que esperan en Chicago. ¿Un ejercicio de estilo u otra dimensión secreta de James Taylor?

Before This World, de James Taylor, está editado por Concord/Universal.

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