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Adiós al caníbal

Natalia Marcos

Hannibal siempre ha sido excesiva, opresiva, sorprendente, inquietante. Y también lo ha sido en su final. Parecía como si, tras superar la primera temporada y conseguir lo que casi parecía un imposible, la renovación de una serie con alto contenido violento y gráfico en una cadena generalista estadounidense como NBC, Bryan Fuller, padre de la criatura, contara con carta blanca para hacer y deshacer a su gusto. La temporada final (parece que de forma definitiva tras asumir que los milagros puede que no existan) es el culmen de su creación para bien y para mal.

Hannibal nunca ha sido una serie fácil. En su primera temporada, incluso cuando todavía bailaba a ratos con los convencionalismos de las series procedimentales, ya dejaba claro que no iba a hacer concesiones. Que si hablamos de brazos, de hígados o de sesos, lo que aparecería sobre la mesa se parecería sospechosamente a un brazo, un hígado o a sesos. Que si la mente de un asesino en serie caníbal era oscura, la serie sería más oscura todavía. En la segunda temporada ya la cosa se tornaba incluso enfermiza, tan inquietante que o habías entrado dentro del juego o te echaba fuera sin remedio, a patadas. El final de la segunda temporada, con una explosión orgiástica de sangre, dejaba la historia en un punto altísimo y a los fans (sus muy fans, porque sus fans son muy fans) entregados totalmente a la causa.

Y llegó la tercera temporada. La continuidad de la serie siempre ha estado en el limbo y ya no se podía mantener más la ilusión de que la cadena iba a seguir dando vía libre a una serie que no conseguía unos datos de audiencia suficientes en Estados Unidos y que empezaba a entrar en terreno pantanoso (necesitaban hacerse con los derechos de El silencio de los corderos para poder continuar la historia, algo que no parecía sencillo). Se acabó la aventura, pero antes Hannibal ha dejado una última entrega dividida en dos partes muy diferentes.

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En la primera mitad de la temporada, la serie se fue totalmente de madre. Más que una serie era un cuadro abstracto, un cúmulo de imágenes oníricas oscuras y truculentas en las que la acción no parecía avanzar. Hannibal estaba ensimismada, se gustaba y se deleitaba en sí misma. Pero precisamente ese ensimismamiento lastró una historia que no llegó a cuajar.

Pero después viajamos en el tiempo a unos cuantos años más tarde, con el caníbal ya en prisión, para contar la historia del Dragón Rojo. Vuelta a la Hannibal que conocíamos, al juego mental con el oponente/aliado, a prestar más atención a la historia mientras que la serie sigue recreándose en esas imágenes tan suyas. El final, lógicamente, tenía que seguir esa línea excesiva, enfermiza, con un punto alocado e incluso desquiciado.

No va más. El caníbal se ha marchado. Hannibal ha sido capaz de lo mejor y también de rozar lo peor. Sería excesiva, pero bendita locura la de Hannibal.

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Comentarios

Los primeros capítulos de la tercera temporada también me parecieron un tanto abstractos, sobre todo porque los comportamientos de algunos personajes experimentaron cambios muy drásticos y desconcertantes. No obstante, hasta los episodios más pausados transmiten una "magia" difícil de explicar. Reconozco que no es una serie para todos los públicos, y no precisamente por su violencia explícita (que también), sino por su habilidad para crear un laberinto psicológico mucho más inquietante que cualquier escena con litros de sangre. Los diálogos (sobre todo los que mantienen los dos protagonistas) podrían estar en un museo. También reconozco que al principio tenía mis reservas, pues la adaptación cinematográfica de El Silencio de los Corderos había dejado el listón muy alto. Sin embargo, pronto descubres que la serie de Fuller es otra cosa. En ningún momento se propone competir o tratar de eclipsar, sino que lo suyo es explorar otros caminos mucho más oscuros. Lo malo de las rarezas es que, casi siempre, suelen ser unas incomprendidas. Lo único que se puede hacer es disfrutarlas mientras duran.
La escena final de la tercera temporada con la "cena" de Bedelia DuMaurier en soledad , es de lo más heavy visto en series .
Lo realmente increíble es que esta serie haya sido emitida por un cadena generalista, como bien decís los primeros capítulos de esta temporada es algo nunca visto hasta ahora en la televisión, la trama pierde fuerza en favor de la estética y las sensaciones. No pude verla en el IPad como solía hacerlo ya que esa iluminación oprimente, oscura, no está hecha para pantallas pequeñas. La escena de la caza final, con Hannibal y Will danzando alrededor de su presa me pareció muy bella. Es una pena que no graben otra temporada, la del Silencio de los Corderos, hace poco revisé la película y realmente me interesa mucho más este nuevo Hannibal.
Sin duda la mejor serie del momento, impresionante, con tensión, movida y hasta graciosa a veces. Genial.
coincido con costalita... esa escena final post-climax de la cena de Bedelia todavía eleva un poco más el listón...vuelve a haber carne en el menú, efectivamente
coincido con costalita... esa escena final post-climax de la cena de Bedelia todavía eleva un poco más el listón...vuelve a haber carne en el menú, efectivamente
Cuál es su opinión con respecto a las dos últimas escenas: Will admite su amor por Lecter pero prefiere el suicidio? Y la mera final, fue la propia Bedelia quien se amputó para degustarse?No sé... yo me abriría a la opción de que fue el propio Hannibal quien, literalmente, la pone en la mesa.

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Sobre la firma

Natalia Marcos
Redactora de la sección de Televisión. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en Participación y Redes Sociales. Desde su fundación, escribe en el blog de series Quinta Temporada. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Filología Hispánica por la UNED.

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