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Bienvenidos al parque temático de Banksy

El grafitero inaugura su última y mayor creación en el oeste de Reino Unido, reservando la entrada solo a los vecinos de la ciudad de Weston-super-Mare

Tommaso Koch
Instalación en Dismaland que parodia los parques acuáticos.
Instalación en Dismaland que parodia los parques acuáticos.TOBY MELVILLE (REUTERS)

Los vecinos cuentan que había colas desde las tres de la madrugada. Como siempre ocurre con Banksy tal vez realidad y leyenda se mezclen. Pero lo cierto es que los 70.000 habitantes de la plácida Weston-super-Mare, perdida en la costa oeste británica, viven hoy un día de gloria: son los únicos invitados a la inauguración del parque temático que el grafitero más célebre y a la vez misterioso del planeta ha estado levantando en gran secreto en la ciudad. Una suerte de versión distópica y provocativa de Disneyland, donde los cuentos de hadas acaban en tragedia y predominan tintes tan grises como el cielo inglés. El periódico local lo dejaba ayer bien claro: una prueba de la residencia –un documento, una factura, un contrato de alquiler- es el único pasaporte válido para hoy hacia Dismaland. Mañana, en cambio, ya podrá entrar cualquiera.

“Fabuloso, estupendo, brillante”. El entusiasmo de Mike Reay, de 60 años, uno de los privilegiados que ya ha visitado Dismaland, va agotando los adjetivos positivos. Con un amigo acaba de salir del recinto que encierra el universo antisistema y paródico de Banksy. Ante el portal de acceso, donde reina una enorme escrita “Dismaland”, cuentan que por dentro reina una atmósfera entre melancólica y deprimida, construida con cierto talento por los empleados del parque. “Encantado de conocerte. Bueno, ahora me vuelvo a la cama”, le dijo a Reay el tipo que le chequeó en un ficticio control de seguridad en la entrada.

Una vez dentro, ambos amigos han descubierto lo que los medios británicos ya han calificado como el mayor trabajo del artista hasta la fecha. Dismaland se parece en algo a los parques temáticos tradicionales: tiene un mapa. Sin embargo, los elementos en común se acaban aquí. Los niños no encontrarán muñecos risueños deseosos de abrazarles, sino un usurero interesado más bien en prestarles dinero a tasas de interés criminales, como relata divertida Gemma Astell, junto con su hija Laila. Paseando por este Banksyland , en lugar de delfines jocosos se descubren orcas asesinas y pateras con inmigrantes que se ahogan. El alivio de un parque tradicional deja espacio a la inquietud. Toda sonrisa tiene un sabor amargo.

La elección del lugar no es casual. Al fin y al cabo, la sutileza de Banksy no deja casi nunca espacio para el azar, ya sea pintando un niño que excava frente al muro de Gaza o un atleta lanzando un misil durante los juegos olímpicos de Londres 2012. El creador ha contado que de pequeño solía visitar el parque temático de Tropicana, que finalmente acabó cerrando en el año 2000 debido a la caída en picado de la afluencia. Banksy se coló en la estructura hace meses y debió de quedar tan satisfecho que decidió despegar aquí su nueva ocurrencia.

Una de las espectaculares instalaciones de Banksy en su Dismaland.
Una de las espectaculares instalaciones de Banksy en su Dismaland.TOBY MELVILLE (REUTERS)

“Es un parque temático para la familia incómodo para los niños”, lo ha definido su creador. El propio Banksy ha contribuido con 10 obras personales a levantar este monumento al inconformismo, para el que ha contado con una amplia colaboración: en Dismaland se exponen creaciones de hasta 56 artistas internacionales, incluidos pesos pesados como Damien Hirst, seleccionados por el grafitero y anfitrión. No falta presencia española, con los cuadros del artista granadino Paco Pomet, de la galería My Name’s Lolita Art.

“Contactaron conmigo en torno a Navidad. Solo dijeron que estaban organizando una exposición en Reino Unido con artistas internacionales, que estaban interesados en mi obra y que todo tenía que ser confidencial”, relata Pomet. En concreto, siete de sus cuadros han sido seleccionados y lucen en la galería del parque. La organización se encarga de todo: el traslado, el seguro, alojamiento y estancia. A cambio, pide cierto silencio sobre todos los enigmas que rodean Dismaland y su creador.

Silencio violado

La confidencialidad exigida a Pomet es condición necesaria e imprescindible para trabajar con Banksy, cuya identidad permanece oculta y como uno de sus mayores tesoros. El propio parque fue un misterio hasta hace unos días, cuando el engaño del artista quedó desvelado. Hasta entonces, solo cuatro personas de un consejo local sabían qué se estaba levantando en el recinto de Tropicana. Los demás responsables creyeron a la versión oficial, la que también escucharon los habitantes de Weston super-Mare: el barullo era cosa de Hollywood, del rodaje de un supuesto thriller bautizado Grey Fox.

Pero las cámaras no llegaban, y el castillo que ocupa el corazón del parque se convirtió pronto en una pregunta demasiado grande como para no tener respuesta. El misterio voló por los aires el miércoles, cuando los medios británicos obtuvieron las primeras confirmaciones de que Banksy iba a resucitar Tropicana. A los periodistas se les recomendó silencio, para “no hacer spoilers y arruinar la sorpresa”, según contó The Guardian. Pero la historia era demasiado suculenta como para no publicarla enseguida.

Mañana Dismaland ya abrirá a todos. Con un precio de entrada de apenas tres libras, no cuesta prever un flujo de turismo que este enclave quizás no haya conocido nunca. Además, los interesados tendrán que darse prisa: como nada en Banksy es para siempre, el parque se mantendrá unas seis semanas. El 27 de septiembre se cierra y hasta la siguiente creación. A saber cuándo. A saber dónde.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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