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Imaginación desencadenada

En la quinta novela de Sucasas resuenan ecos conceptuales de Borges y Bioy, de Gaiman y de Baker

En un mundo posapocalíptico, un anciano constructor de lámparas encuentra una sirena. Tras disputar por ella con un lúbrico vecino, cuya ocupación es la de bioescultor de unicornios, el anciano desciende, de la mano de su hallazgo, a un reino submarino donde es objeto de una epifanía: “Otro mundo, otra historia, paralela a la nuestra. Otros seres con otros pensamientos. Otro modo de ver la existencia con el que, inevitablemente, el hombre no podría hacer más que luchar. Hasta el fin”. El relato, titulado ‘El día que dije no a un imperio’ y que el autor dedica a Nick Nolte, da la medida de la efervescencia imaginativa de Ángel Luis Sucasas y aporta una clave de unidad temática a este, su quinto libro, que, con llamativa capacidad de síntesis, se postula como catálogo de posibilidades.

Su labor se enmarca en una modulación posmoderna de la literatura popular. Los nombres de Neil Gaiman y Clive Barker que Félix J. Palma menciona en su prólogo y la cita de Danielewski que usa el propio autor aportan buenas pistas, aunque también resuenan ecos conceptuales de Borges y Bioy. El estilo no siempre vuela parejo a la capacidad de invención, aunque el autor no se amilana a la hora de correr riesgos, proponiendo realidades tan remotas (‘Más allá’) que hubiesen precisado de un mayor control sobre la forma para cuajar con contundencia. Consciente de que cada una de sus historias requiere un tratamiento particular, Sucasas no siempre evita que las servidumbres del ejercicio de estilo —‘El ocaso de los sueños’— comprometan la libre respiración del relato.

La tercera cara de la luna. Ángel Luis Sucasas. Nevsky Prospect. Madrid, 2015. 272 páginas. 19 euros

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