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Islas vivas en medio de la nada

Uriarte vuelve con la tercera entrga de sus 'Diarios' a los intermedios de una vida, las pausas reflexivas, las esquinas de las horas y de los libros

Jordi Gracia

Como le sucede al autor, también estoy seguro de que hay aquí una metáfora de algo pero no sé exactamente de qué ni qué es lo que anima estos diarios de un señor de aire apacible, con 60 años bien cumplidos, entre Bilbao y Benidorm y de nombre Iñaki Uriarte. Tampoco doy con la respuesta, leídos con la lentitud intrigada y entregada de las cosas que llegan por sorpresa, como llegó el primero hace ahora cinco años, en 2010. Yo creo que al propio Iñaki Uriarte le ha pasado, mientras los escribía, algo parecido a lo que nos pasa a los demás leyéndolos: cómo puede nadie interesarse por la observación de los intermedios de una vida, las pausas reflexivas, las esquinas de las horas y de los libros, algún viaje suelto y alguna evocación familiar o literaria. La descripción podría cuadrar con muchísimas de las páginas del extremo caudaloso de esta misma vena del dietarismo contemporáneo, Andrés Trapiello. Porque comparten muchas cosas: el humor sin carcajada pero sí con malicia perpleja, la rumia aprensiva del tiempo perdido, el metadietario como parte del diario o la tensión de la publicidad de la vida privada. Es, por cierto, lo más nuevo en este tercer volumen: el recelo a verse expuesto a la mirada de los otros cuando ha decidido ya publicarlos. Pero de ahí nace también la alegría de largarse de viaje a Boston y a Providence gracias al primer volumen y a la invitación de Eduardo Lago para visitar el Instituto Cervantes de Nueva York.

Los yonquis del género sabemos que las novedades son lo de menos. No sólo afean la cadencia natural y cíclica que suele tener, sino que distraen de lo fundamental, y lo fundamental es que no pase nada, o que pase tan poco que llegue a la página del diario el espacio vivo entre el resto de espacios ocupados de cada hora: el trabajo, la compra, la comida, la entrada de este o la salida de aquel. Los mejores diarios se hacen de islas vivas en medio de la nada, y éste también. Quizá por eso no hay duda de que estos libritos actuarán como la vieja, clásica y burlona literatura, de Montaigne para acá. No son libros para espíritus apartados en el sosiego de sus rumias sino al revés; son descargas lúcidas para los acelerados psicópatas del trabajo y la impaciencia, la prisa y el ansia. Seguimos enganchados a ellos sin saber exactamente de qué pueda ser metáfora esa feliz fidelidad.

Diarios 2008-2010.  Iñaki Uriarte. Pepitas de Calabaza Logroño, 2015. 125 páginas. 14 euros.

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Sobre la firma

Jordi Gracia
Es adjunto a la directora de EL PAÍS y codirector de 'TintaLibre'. Antes fue subdirector de Opinión. Llegó a la Redacción desde la vida apacible de la universidad, donde es catedrático de literatura. Pese a haber escrito sobre Javier Pradera, nada podía hacerle imaginar que la realidad real era así: ingobernable y adictiva.

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