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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Desconcierto

Desde el pasado martes, el tema estrella de los telediarios y programas con tertulianos aunaba la torpeza política con unos turbios hábitos económicos

Ángel S. Harguindey
Jorge Fernández Díaz.
Jorge Fernández Díaz.

Hubo un tiempo en el que nuestros dirigentes consideraban que Europa nos admiraba por la marcha de nuestra economía. Desde el pasado martes, el tema estrella de los telediarios y programas con tertulianos aunaba la torpeza política con unos turbios hábitos económicos: la muy comentada, analizada, desmentida y ratificada entrevista del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, con el multiimputado financiero Rodrigo Rato.

Imagínese por un momento que es usted un ciudadano británico, es decir, un individuo que considera normal que Chris Huhne, un exministro liberaldemócrata, ingresara en prisión por mentir en una infracción de tráfico (exceso de velocidad). Imagínese ahora que es usted alemán, es decir, acostumbrado a que su jefa de Gobierno, Angela Merkel, destituyera a su amiga y ministra de Educación y Ciencia, Annette Schavan, por un escándalo de plagio de su tesis doctoral.

Ahora no se imagine nada, asuma que es un ciudadano español y contemple desconcertado cómo su ministro del Interior recibe en su despacho oficial a una hora señera —las 12 de la mañana— a su amigo y presunto delincuente Rodrigo Rato, quien se había negado a declarar ante el juez, pero quería charlar un buen rato con el ministro antes de tirarse a las cristalinas aguas mallorquinas desde la cubierta de un yate.

La noticia de la entrevista se publica en un diario: gran revuelo, la oposición exige aclaraciones, el ministerio niega que se hablara de asuntos procesales, Rato declara lo contrario, un sindicato de la Guardia Civil exige la dimisión del ministro y los telediarios y programas de tertulianos, desde El programa del verano (Telecinco) a Las mañanas de Cuatro y Al rojo vivo y Más vale tarde (los dos de La Sexta) echan humo. El presidente Rajoy, por su parte, pone la guinda al repetir su particular mantra: “El viernes lo explicará el ministro”. Fin del torpe vodevil.

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