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Bunbury & Calamaro, las dos orillas

Lo que empezó como un guiño final en su gira conjunta por México acabó registrado en un álbum simbiótico

Dos orillas, dos maneras, un lenguaje común. Las raíces del rock en castellano, húmedas a ambos lados del Atlántico, se trenzan en el directo de Enrique Bunbury y Andrés Calamaro. Lo que empezó como un guiño final en su gira conjunta por México acabó registrado en un álbum simbiótico.

Con más peso en la orilla izquierda (el título se debe a José Alfredo Jiménez), zaragozano y bonaerense derrochan química en el escenario. Un arranque muy Rodríguez (‘Sin documentos’) y heroico (‘Maldito duende’) abre este fuego musical, que encara lo propio (‘Estadio Atzeca’, ‘Infinito’) con tanta fortuna como lo ajeno (‘Aunque no sea conmigo’, ‘Copa rota’). Sublime la versión del ‘Crimen’ de Gustavo Cerati. Para rematar, falta el partido de vuelta en suelo español.

Hijos del pueblo. Bunbury & Calamaro. Ocesa-Warner Music.

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