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Las cosas por su nombre

Cuatro años después de la publicación de su obra reunida, Fernando Beltrán vuelve con 'Hotel Vivir' a la primera línea del Parnaso

Cuatro años después de la publicación de su obra reunida, Fernando Beltrán vuelve con Hotel Vivir a la primera línea del Parnaso. Aunque se trata de un libro unitario, los poemas tienen vistas a tres espacios discursivos: el laberinto de la identidad (‘Hotel Vivir’), la representación estética (‘Hotel Belleza’) y la tensión verbal (‘Hotel Decir’).

A partir de esta premisa, el balance existencial comparte habitación y red wifi con la emoción solidaria. Las relaciones paternofiliales, el inventario de pérdidas y la voluntad de amar “a brazo partido” conectan el recinto doméstico con el microcosmos social y reciclan los viejos sentimientos con palabras nuevas.

Por una parte, la concepción de la escritura como reconocimiento permite evocar las lecturas de juventud (Cien años de soledad), cantar a un erotismo macerado por la edad y reivindicar algunos eslóganes melancólicos: “No regreses al lugar donde fuiste feliz”.

Por otra parte, Hotel Vivir es también un ejemplo de esa “poesía entrometida” (Beltrán dixit) que encierra una ética del oficio y que habla cara a cara con el mundo. Los campos de exterminio del nazismo, las declaraciones del maquinista después de un accidente ferroviario y la crónica de la inmigración funcionan como metáforas de la condición humana y de las trampas del azar. La riqueza tonal y los hallazgos expresivos de este libro confirman a Fernando Beltrán como uno de esos poetas esenciales que saben llamar a las cosas por su nombre.

Hotel Vivir. Fernando Beltrán. Hiperión. Madrid, 2015. 103 páginas, 11 euros.

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