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Feria de Julio

Los novilleros Álvaro Lorenzo y Cristian Climent marcan la diferencia

Ambos cortaron una oreja en el festejo inaugural del ciclo valenciano, que duró tres horas

Álvaro Lorenzo da un pase al tercero de la tarde, al que cortó una oreja, ayer en la Feria de Julio en Valencia.
Álvaro Lorenzo da un pase al tercero de la tarde, al que cortó una oreja, ayer en la Feria de Julio en Valencia.Manuel Bruque (EFE)

Con el muy bien presentado novillo que abrió plaza, Fernando Beltrán solo lució compostura. Compostura sin fondo. El novillo, con la cara alta, molesto y empeñado en puntear la muleta, no le dejó acomodarse. Solo una serie con la izquierda salió limpia, más o menos. El resto fue una búsqueda estéril. Insistencia inútil en faena, en fin, sin gobierno alguno. Sin relevancia.

El Ventorrillo/ Beltrán, Posada, Lorenzo, Expósito, Climent, Varea

Novillos de El Ventorrillo, de excelente presencia, serios por delante y de juego dispar; los mejores se corrieron en tercer y quinto turno. Cumplidores con el caballo, aunque mansitos segundo y sexto. Cuarto y sexto los más deslucidos.
Fernando Beltrán: pinchazo -aviso- y tres descabellos (silencio).
Posada de Maravillas: estocada entera -aviso- (saludos).
Álvaro Lorenzo: casi entera baja -aviso- (oreja).
Jorge Expósito: seis pinchazos -aviso- tres más y cuatro descabellos (silencio).
Cristian Climent: entera (oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo).
Varea: metisaca, pinchazo y casi entera -aviso- (silencio).
Plaza de Valencia. 23 de julio. Primera de Feria. Casi media entrada.

La faena de Posada de Maravillas empezó luminosa: en el platillo, muleta plegada y por naturales. Salió bien el trance, pero ahí acabó casi todo. Hubo más, pero ya fue faena a la ligera, con la pierna contraria descargada. Más pantalla que verdad, sin coger ritmo y, en fin, la faena acabó perdida.

Al buen tercero le hizo una faena seria y asentada Álvaro Lorenzo. Los doblones de inicio, con ambas manos, tuvieron son y gusto. Puesto el novillo en su sitio y el novillero en el suyo, la faena fue desgranando toreo de calidad. Bien sobre la derecha, en redondo, con el novillo muy llevado en los vuelos. El buen novillo hizo un amago de distraerse, a lo que Lorenzo respondió sin una duda y empapando al de El Ventorrillo para que no se fuera de naja. Cargada la faena sobre la derecha, solo hubo dos series con la izquierda. Pero dos series templadas, por lo clásico. Para rematar, galería a base de circulares invertidos y el fin de fiesta cambiando la muleta de mano y sin espada. Impresión de torero maduro. Pisando siempre muy seguro.

Jorge Expósito no pudo con el deslucido cuarto. Ni por lo civil, ni por lo criminal. Desbordado, sin sitio, desarmado un par de veces, Expósito capeó con pudo el temporal que se le vino encima. Puso voluntad, pero la voluntad sola no hace milagros. No le ayudó el novillo, pero tampoco pareció con los recursos suficientes como para salir airoso. Con la espada, un mitin.

El quinto fue uno de los novillos destacados. Muy noble, obediente, aunque acabara pidiendo la hora al final de la faena. Climent lo saludó con limpieza con el capote, bien llevado. Hubo pique de quites: uno por chicuelinas de Varea, y la réplica de Climent, esta vez capote a la espalda. Hubo más. Cogió los palos Climent y puso tres pares de variado corte; el primero al cuarteo, el segundo al molinillo y cerró tercio con el del violín. Clavó en lo alto. Certero. Echó las dos rodillas en tierra para iniciar faena y ya de pie, se lo pasó con cierto gusto. No fue faena de torero maduro, pero tuvo esa cierta fragilidad que le dio un encanto especial. El buen gusto siempre por bandera, combinado con alguna duda. Fue el novillo ideal para novillero todavía en agraz. Con el de El Ventorrillo ya al paso, Climent porfió en busca de rematar tan sincera obra.

Cerró la función un bello jabonero, mansito en varas y suelto en banderillas, que no tuvo muchas posibilidades en la muleta. El buen oficio de Varea quiso imponerse, pero el descompuesto novillo apenas le dejó respirar. Detalles de buen torero. Buscó el punto del novillo, pero no había punto posible. No rompió la faena y todo quedó en eso: destellos. Y tampoco muchos.

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