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CRÍTICA | PIXELS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El vicio de una generación

El prólogo y la presentación son magníficos, pero cuando llega la acción todo se estanca

Los locales de ocio para chavales sufrieron a principios de los años 80 una mutación irreparable para las jóvenes mentes de sus clientes. Hasta entonces copados por maquinitas de pinball (o de bolas), futbolines, billares y alguna mesa de ping-pong, aquellos tugurios comenzaron a albergar las primeras máquinas recreativas de videojuegos, unos muebles con palanca, botones y pantalla que llegaron a medio mundo y sacudieron incluso el nombre de aquellos sitios, que en algunas zonas de España pasaron a llamarse simple y llanamente Los vicios.

Cuando aquellos críos se convirtieron en adultos, como en todos los procesos de (de)generación, algunos acabaron en la cárcel, otros como perdedores atrapados en una adolescencia tardía, otros como presidentes de Estados Unidos (que son tres de los ejemplos del interior de la película, de su ficción), y otros acabaron como guionistas de Hollywood. Como Tim Herlihy y Timothy Dowling, que, inspirados en un cortometraje de Patrick Jean, han rememorado aquellos tiempos con Pixels, homenaje a aquellos adictivos entretenimientos de atractiva premisa: los alienígenas han venido a acabar con el mundo, y lo han hecho en forma de aquellos primigenios juegos, de comecocos y marcianitos, así que deben ser los mejores jugadores de aquellos años 80 los que los combatan.

Pixels

Dirección: Chris Columbus.

Intérpretes: Adam Sandler, Kevin James, Michelle Monaghan, Peter Dinklage, Josh Gad.

Género: comedia de acción. EE UU, 2015.

Duración: 105 minutos

De dirigir el evento se ha encargado no por casualidad Chris Columbus, guionista de Gremlins, Los Goonies y El secreto de la pirámide, ídolo cinematográfico de la época. Desde el magnífico prólogo, con bicicletas al estilo goonies y E. T, y hasta la presentación de personajes, ya adultos, y del conflicto dramático, la película, salvando las distancias, respira aroma de aquel cine de los 80. Pero llegado el momento de la acción, de la lucha marciana, más o menos hacia el minuto 50 de metraje, todo se estanca.

El imposible atractivo de una representación en las pantallas de cine de hoy en día de lo que reflejaban las pantallas de aquellos armatostes con botones durante casi media película es palpable. El corto original en que se basa Pixels duraba tres minutos, lo justo para la nostalgia, y aquí casi estás deseando la llegada de los interludios entre secuencias de acción, porque no hay entretenimiento, ni vicio, posible.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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