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El Saab ardiendo

El relato encadenado lo empieza Carlos Zanón (Barcelona, 1966), máximo galardón de la Semana Negra de Gijón por su libro 'Yo fui Johnny Thunders', y lo completan los lectores

Ilustración de Nicolás Aznárez.
Ilustración de Nicolás Aznárez.

¿Qué pasó anoche? Un Saab ardiendo desde los neumáticos frente al río Llobregat. El sol revienta flores y pústulas de mendigos, mientras que en Nueva York será noche de champán y disco, de anuncios de colonia cara. Todo el coraje de los Kennedy necesitaría yo ahora para volar en medio de esta tempestad. ¿Qué demonios pasó anoche? La camisa desgarrada, descalzo de un pie, la chaqueta sucia de barro y ceniza. No hay nadie dentro del Saab. Mi hermano debió salir a tiempo. Ni un solo Kennedy a la vista. Todos muertos en este verano del 2015.

Todos muertos menos yo. Con mi pie descalzo y mi ridícula confusión. Todos muertos. Ceniza en mi chaqueta, ceniza todo yo porque desde que me mataste estoy muerto, buscando en la línea entre la luz y el túnel, sin encontrar nada a lo que aferrarme para seguir vivo. ¿Por qué me bajé del coche? ¿Por qué no te subiste tú? La noche, lejos de disiparse con el alba permanece conmigo. Un tintineo. Saco la mano del bolsillo, en la palma extendida restos de sangre seca y un llavero con una llave, 508.

Allí empezó todo y allí también acabará. De todas las llaves que dan paso a habitaciones de hoteles cochambrosos que hay en el planeta, tenía que ser la 508. Guardo la Magnum y enfundo la petaca, como preparándome místicamente para el preludio de un final para nada armonioso. El Saab se apagó hace ya unas horas, yo empiezo a arder desde este instante. El ave Fénix es un cuento. ¿Por qué no te subiste tú? La 508, joder. Eso sólo significa una cosa: mi hermano ya está muerto.

Y tú con la soga al cuello; tu imagen se me viene a la mente, descarnada y feroz. Sé que pronto los tendrás encima y sólo de pensarlo me vuelvo loco. Todo por mi culpa, por una jodida apuesta sin sentido, empapada de whisky barato y ganas de armarla. Intento calmarme y ordenar mis ideas antes de abrir la maldita puerta 508. Respiro hondo. Giro la llave. Veo tus zapatos y tu ropa desordenada. Tu cuerpo sobre la cama. Me paraliza el miedo. Desde donde estoy no distingo si estás dormida o muerta.

Te envidio. Yo estoy definitivamente muerto. Me acerco hacia ti sigilosamente y me quedo parado a los pies de la cama. Tu respiración es suave y rítmica. Así deben de respirar los ángeles, pienso. Nunca me pareció justo que tus ojos tuviesen aquel brillo tan especial, y es por eso que, mientras tus párpados permanecen todavía cerrados, decido apuntarte con la Magnum; de otro modo no podría soportarlo. Estoy apunto de apretar el gatillo cuando algo me detiene. Unos golpes en la puerta.

Abres los ojos, te incorporas y respondes. Es el servicio de habitaciones con un desayuno a deshoras. Cierras y te sientas para comerte las tostadas y beberte un café demasiado fuerte para tu gusto. Me acerco por detrás y te pongo el arma en la sien, me siento seguro. Disparo pero el tiro no suena, no reaccionas. Vuelvo a tirar con el mismo resultado. Te vistes, te maquillas y sales del cuarto. No sin atravesar mi cuerpo de fantasma, con paso dedicido, sin inmutarte.

Los autores de este relato encadenado, iniciado por el escritor Carlos Zanón, son Esther Gómez, Agustín Izquierdo, Lucía Artime, Sergio Iglesias y Mei Morán.

'Relatos encadenados' es una historia de seis párrafos que va formándose de lunes a viernes con la participación de los lectores de EL PAÍS.

¿Cómo participar y votar en 'Encadenados'?

Para participar y votar

Cada lunes un escritor empezará un relato que los lectores de EL PAÍS pueden continuar. Los lectores pueden participar enviando un párrafo de 300 palabras para seguir la historia. La historia se inicia el lunes y concluye el viernes, y cada día se vota un párrafo ganador que continúa la secuencia. En la edición impresa del domingo se publicará el relato completo, con los créditos respectivos de cada autor. Se trata de elaborar un relato coral, un juego literario más conocido en el argot creativo como cadáver exquisito.

Los textos de los lectores deben tener un máximo de 500 caracteres. Los participantes deben registrarse. Las aportaciones se recibirán hasta las 13.00 (hora peninsular española) de cada día. Entonces, la sección de Cultura elegirá tres propuestas para que los lectores de EL PAÍS voten en la web la mejor continuación del cuento. El horario de votaciones de los lectores será entre las 16.00 y las 19.00 (hora peninsular española). Después se publicará el párrafo más votado en la edición digital y volverá a comenzar el período de envío de propuestas.

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