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Chile recupera los bustos de sus presidentes

Una muestra del escultor Luis Montes Rojas rescata del olvido la historia de la Galería de los presidentes del Palacio de la Moneda

El escultor Luis Montes Rojas, junto a su obra.
El escultor Luis Montes Rojas, junto a su obra. SEBASTIÁN UTRERAS

El golpe de Estado contra el Gobierno de Salvador Allende no sólo quebró la democracia y la tradición del Chile republicano, sino también su patrimonio histórico y artístico. Ahora una muestra del escultor chileno Luis Montes Rojas en el Museo de Arte Contemporáneo de la capital chilena, que se podrá ver hasta el 15 de agosto, rescata del olvido la historia la Galería de los presidentes del Palacio de la Moneda, que albergaba los bustos de los 30 mandatarios que gobernaron el país desde los tiempos de la independencia, destruídos hace 42 años.

Las sucesivas remodelaciones del palacio presidencial, la última concebida por el presidente conservador Sebastián Piñera (2010-2014), no han conseguido restituir la dignidad de ese espacio original y la inmensa mayoría de los chilenos ni siquiera sabe que alguna vez existió ese lugar que desde esta semana regresa a reclamar su lugar en la memoria colectiva a través de la exposición de Montes Rojas. El escultor, nacido en Santiago de Chile en 1977, cuatro años después del golpe y doctor en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia (España) investigó esta historia desconocida y realiza un ejercicio de ficción en el que imagina el momento exacto antes del desastre.

Las sucesivas remodelaciones del palacio presidencial no han conseguido restituir la dignidad de ese espacio original

Treinta bustos de cera negra, que representan a cada uno de los jefes de Estado que ha tenido Chile, han sido incendiados por el artista, en un proceso que los visitantes pueden observar en un vídeo, una especie de metáfora de uno de los episodios más trágicos de la historia de Chile y que forma parte de la memoria sentimental de varias generaciones, no sólo en el país.

En la exposición, las figuras comienzan a deformarse por el calor y presentan las huellas de la destrucción, como efectivamente ocurrió hace casi 42 años cuando las llamas calcinaron parte del Palacio de La Moneda y la continuidad de la colección fue interrumpida. Muchos de los bustos resultaron gravemente dañados o destruídos.

Por eso, la muestra es, sobre todo, una invitación a reflexionar en torno a la memoria: “Desde el arte, la referencia a la historia es metafórica. Pretende crear vibración a partir de un instante y dar con aquellos espacios donde la monumentalidad de los discursos políticos ha dejado alguna fisura y, desde ahí, construir preguntas”, señala Montes Rojas.

La obra del artista intenta establecer la articulación entre los elementos que se encuentran en la escultura, en su historia, en los procedimientos, los materiales, pero también en los libros, algunos datos, frases que no quedaron en el bronce, en pequeñas pistas que permitan seguir preguntando.

Como en su anterior exposición individual, Carne de estatua, cuando rescató la frase que utilizaba Salvador Allende, con humor, para retratar su lugar en la historia. “Toca. Aquí hay carne de estatua”, decía el presidente socialista a sus amigos mientras se golpeaba uno de sus brazos.

Mirada al pasado

En Galería de los Presidentes, Montes Rojas presenta una mirada inédita al pasado reciente. Nunca antes en Chile un artista que no vivió el Gobierno de la Unidad Popular, ni el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, pero que creció con el miedo y la violencia de la dictadura en los años ochenta, había abordado el pasado reciente desde las artes visuales.

“Las nostalgias posibles son las heredadas por los padres y, como toda herencia, nunca son objeto de crítica inmediata. Eso ocurre con el tiempo. Recién entonces podemos volver la mirada hacia una historia, que no es nuestra, para repensarla lejos de los discursos familiares y los relatos oficiales que nos enseñaban en el colegio”, indica el académico de Artes Visuales de la Universidad de Chile.

¿Qué pasó ahí?¿Cómo era ese lugar?¿Qué simbolizaba?¿Cómo se vería ese lugar después del bombardeo y del incendio?, son algunas de las preguntas que se hacen los visitantes de Galería de los Presidentes.

El artista, que antes se hizo los mismos interrogantes, cree que “es impactante pensar que un espacio destinado a resguardar la memoria de un país, a otorgar dignidad a la presidencia, haya terminado hecho pedazos en el suelo. Destruido al mismo tiempo que fue demolida la pretensión de una tradición republicana impoluta”.

Marcas indelebles

El pasado sigue susurrando y no ha terminado de pasar, lo que refleja un proceso apenas explorado en Chile: las marcas indelebles que, en distintos ámbitos, incluso en la vida cotidiana, dejó el régimen militar a los ciudadanos, entre 1973 y 1990.

El escultor recuerda haber tenido menos de 10 años cuando, mientras caminaba por el centro de Santiago junto a su madre, pudo darse cuenta por primera vez de la materialidad del horror del golpe: “Fue impresionante transitar por fuera del Palacio de La Moneda, que había sido restaurado por Pinochet, pero que lucía en sus murallas exteriores sendas huellas de los balazos. La guardia policial intimidaba. Sin lugar a dudas, no era un paseo tranquilo delante de un lugar turístico y, por el contrario, se podía percibir la densidad atrapada en ese sitio histórico, aún desde la mirada de un niño”, relata Montes Rojas.

Esa mirada infantil fue, probablemente, el germen de una exposición que casi cuatro décadas después intenta que el pasado no lo escriban los vencedores.

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