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Los cantautores ya no protestan tanto

La última ola de jóvenes compositores refleja una nueva actitud y canta sobre sus experiencias. Internet es su escaparate y ofrecen propuestas muy diferentes entre sí

Diez cantautores españoles se reúnen para hablar sobre la música y la herencia musical que llevan a sus espaldas. (También para cantar).Vídeo: Redacción: I. Valdés y P. Peiró / Fotografia: S. Sánchez / Imagen y edición: C. Martínez

“Que encontréis a mi canto el suficiente encanto porque os lo tengo que malvender para comer”. Lo canta Javier Krahe (hasta la próxima, ajedrecista de métrica y rima) para cualquiera que quiera dar al play de Vaya por delante. Ese verso es quizás la mejor forma de resumir la vida de los cantautores en España. Él lo supo, lo sufrió y lo capeó, igual que lo encajan ahora los nuevos nombres de la canción de autor: Carmen Boza, Funambulista, Lidia Guevara, El Kanka, Patricia Lázaro, Adriana Moragues, El Niño de la Hipoteca, Diego Ojeda, Road Ramos, María Rozalén y Andrés Suárez. 11 músicos destacados en una nueva ola de cientos de voces de autor en España.

El día de la charla abrieron La Fídula más temprano que nunca para un bar de cantautores. Allí se juntaron todos. Había ojeras, se intuían resacas (leves), sonó la cucharilla en una taza de café con leche y el aroma de unas cuantas cervezas recién abiertas y algún cigarro apurado en la puerta impregnaron la entrada de ese mítico bar madrileño que para ellos es más hogar que escenario.

Entre ellos anduvo el juego

Si hacía mucho que algunos no se veían, no se notó. Podrían pasar por una pandilla macarra de postadolescentes. Será la idiosincrasia del cantautor. En medio de esa reunión mañanera, les propusimos un juego, crear una minilista de reproducción. Cada uno tenía que elegir una canción de cualquiera de los otros diez. Esto fue lo que salió.

Alquitrán y carmín, de El Niño de la Hipoteca.

El mayordomo, de Carmen Boza.

La más bella de Madrid, de Andrés Suárez.

Berlín, de Rozalén.

Lo que fui antes de ti, de Adriana Moragues.

Quiero que vuelvas, de Funambulista.

Volveremos a encontrarnos, de Lidia Guevara.

Puedo verte, de Diego Ojeda.

El himno del silencio, de Road Ramos.

A desobedecer, de El Kanka.

Todo irá bien, de Patricia Lázaro.

No es un mundo tan grande, menos para su generación: todos nacidos en los 80, todos en una España ya democrática. ¿Tiene eso algo que ver con que sea el amor, y no la protesta social, lo que ocupa la mayor parte de sus letras? Eso por lo que cantaron Carlos Cano, Paco Ibáñez, Labordeta, Serrat, Krahe... se diluye ligeramente. "Es el tema inspiración por excelencia, el amor", sentencia Lidia Guevara."Es el sentimiento más potente que hay en el mundo", corrobora Carmen Boza. No falta algo de autocrítica, la que pone Moragues: “Se ha perdido algo de fuerza, antes se hacía política con canción. Falta un poco de caña”. Pero enseguida Road Ramos apunta a un posible cambio de tendencia: “Estamos empezando a escribir al amor propio y eso nos llevará a la protesta. Estamos un poco hartitos, se acabó el amor”.

En mayor o menor medida, sí, todos cantan en su honor o por su despedida. "Sobre la vida", espeta Diego Cantero, Funambulista, quien asegura que todavía pueden reconocerse en Javier Álvarez o Pedro Guerra. "Pero Serrat, por ejemplo, o Silvio... para mí es un muy distante, no los considero una influencia". No directa, al menos. Andrés Suárez difiere: "Esa tendencia que hay en este país, sobre todo social, a que el cantautor es igual a una protesta viva... Bueno, hubo gente tiempo atrás que se la jugó, nosotros ahora seguimos diciendo algunas cosas en algunas plazas...Lo heredamos todo en el mejor de los sentidos, pero sin llegar a imitar". Diego Ojeda, ese que escribe versos con o sin partitura, es el ejemplo: "Tratamos los mismos temas que otras generaciones, actualizados por lo que nos ha tocado vivir". Lo cuenta en Cuando viajo sin ti, uno de los poemas del libro Mi chica revolucionaria.

Tú y yo no somos de contratos ni de rutinas indefinidas, somos más de comer helado de cajeta a las tres de la mañana y leer poemas en pelotas después de corrernos juntos. Pero a veces me duele el mundo y este puto sistema devorapersonas y odio a España y a los banqueros y a las compañías telefónicas y a las aéreas y a los obispos y a los pedófilos y a los fachas progresistas del Congreso.

Guevara lo secunda: “Nos diferencia el lenguaje y el prisma desde el que vemos la sociedad, cada década se reinventa”.

Todos tienen algo que ver pero a la vez labran su propia personalidad. Son más heterogéneos que otras hornadas de cantautores. Poco se parece el tono canalla de El Kanka (“Pero si al alma la desoyes /el alma se desolla / No jodan la marrana / que haré lo que me dé la gana”) con los versos más intimistas de Adriana Moragues (“Quiero conjugar contigo todos los verbos que acaben en arte”) y las letras duras de Road Ramos (“Dónde ha quedado el banquete/ donde al final se folla / entre otros placeres”). El Niño de la Hipoteca hace su análisis: “Nuestra generación ha diversificado el concepto de cantautor. Ahora se entiende que no juntamos cuatro acordes para hacer canciones de cortarse las venas”. Pasan de los acústicos en bares a señores conciertos con una banda en grandes salas. El rollo íntimo no es obligatorio. “Somos teatrales y jugamos con el humor”, apunta Rozalén.

Llegaron a la Fídula y entre risas, alguna cerveza y las entrevistas, también cantaron.Vídeo: Redacción: Isabel Valdés y Patricia Peiró / Imagen y edición: Carlos Martínez

Se han conocido en los bares, en la noche, en casa de unos y de otros y al final todo eso acaba generando proyectos comunes. Duetos, colaboraciones en sus respectivos álbumes o giras conjuntas. “El hecho de que nos juntemos expone que hay un movimiento de músicos afines, que no vamos por libre”, señala Boza.

De izquierda a derecha; El Kanka, Funambulista, Road Ramos, El Niño de la Hipoteca, Andrés Suárez, Boza, Patricia Lázaro, Adriana Moragues, Diego Ojeda y Lidia Guevara.
De izquierda a derecha; El Kanka, Funambulista, Road Ramos, El Niño de la Hipoteca, Andrés Suárez, Boza, Patricia Lázaro, Adriana Moragues, Diego Ojeda y Lidia Guevara.Samuel Sánchez

Internet, como no, es su altavoz, ninguno se ha resistido ante la evidencia. En su casa o en un estudio, todos se plantan con su guitarra o su piano frente a la cámara para dar a conocer su música. “Cualquier persona un poquito hábil puede llegar a muchísima gente sin necesidad de que nadie ponga pasta”, explica El Kanka. El Niño de la Hipoteca, un auténtico experto en autolabrarse campañas de marketing en internet asegura sin atisbo de duda: “A mitad de siglo había mucha gente que se negaba a grabar CD y se quedaron en el camino. Todo el que se niega a usar Internet, también se queda atrás”. Eliminar barreras tiene su cara b porque como apunta Patricia Lázaro, “la gente tiene facilidad para escribirte y si no puedes contestar, piensan que pasas de su culo”.

¿Están de moda los cantautores? Risas. Y noes rotundos. “El cantautor nunca está de moda”, sentencia El Kanka. Aun así, no se rinden. Patricia Lázaro podría concluir este encuentro con sus versos: “Mamá yo quiero ser artista/ tengo conmigo misma / no puedo ser mamá”.

Bonus track

Las mujeres: entre la lucha “a lo bestia” y la normalización

Lo dice El Niño de la Hipoteca escuchando cantar a Carmen Boza, Road Ramos y Patricia Lázaro: “Estas chicas son geniales y hacen cosas muy interesantes. La imagen que tiene el público de la cantautora española es Rosana o Ella baila sola. Pero es que hay mucho más”. Las seis que acudieron a este encuentro representan modos muy distintos de encontrarse a sí mismas dentro del mundo de la música. Adriana Moragues y Road Ramos escenifican el debate en el que, al fin y al cabo, entraría cualquier mujer en cualquier profesión: “¿Seguir batallando o abandonar la reivindicación como signo de normalización?”. Moragues se refiere a la igualdad: “Reivindicar algo que ya está claro es caer en la trampa”. A Road Ramos le falta tiempo para responder: “A las mujeres se nos exige una serie de características y es increíble que con la cantidad de compositoras que hay solo se hable de dos o tres. Todavía hace falta una lucha muy bestia”. La compositora murciana, que no duda en hablar en sus canciones de masturbación y estereotipos femeninos entre otros temas, se indigna ante el hecho de que les medios resalten cómo va vestida o peinada una artista y no lo haga con un hombre. Moragues recoge la crítica: “Sí, pero me refiero a que somos nosotras las que nos tenemos que quitar de la cabeza muchas cosas”. Rozalén pone el término medio: “El hecho de que haya tantas chicas componiendo normaliza bastante la situación, aunque siempre se puede mejorar”.

La escasa cobertura en el festival de los Pirineos en el que actuaba Rozalén y el aluvión de emails que recibió cuando su móvil enganchó el 3g provocaron la confusión. La autora de 80 veces dijo que sí, y al final fue que no. No llegó a tiempo para reunirse con sus compañeros en La Fídula por la mañana, pero sí que acudió por la tarde, para una especie de Bonus Track. La acompañó su amiga Road Ramos para tocar a dúo Bajar del mundo.

Rozalén y Road Ramos, 'Bajar del mundo'.Vídeo: Redacción: Isabel Valdés y Patricia Peiró / Imagen y edición: Isabel Valdés

Por casualidad, estaba también El Kanka. Llego acaloradísimo y pidiendo una cerveza. Por la mañana se había llevado por error la maleta de Adriana Moragues y había dejado en el local la suya. Le tocó desandar lo andado y volver a por sus cosas. De ese despiste salió una oportunidad: la de interpretar Me arrepiento junto a Rozalén

Vídeo: Redacción: Isabel Valdés y Patricia Peiró / Imagen y edición: Isabel Valdés
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