_
_
_
_
_
feria de san fermín
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Toros imponentes, respeto creciente

Eugenio de Mora cortó una oreja sin peso alguno al primero de la tarde, que embestía con la cara a media altura y sin calidad, y con el que el torero mostró oficio y poco más.

Antonio Lorca
Eugenio Mora en su primer toro, al que corto una oreja.
Eugenio Mora en su primer toro, al que corto una oreja. Luis Azanza (EL PAÍS)

El nombre de esta feria no es baladí. El toro es el protagonista y eligen a conciencia a los más serios del campo. Imponentes, como los de ayer, del Conde de la Maza, de impresionante trapío, de una seriedad y un cuajo deslumbrantes. Y esta circunstancia hace que los toreros hagan el paseíllo con la mosca detrás de la oreja; máxime si, además, su comportamiento, como así fue, es áspero, brusco, deslucido y cuajado de dificultades. Se entiende, pues, que todos los actuantes, desde el primer espada hasta el torilero, se tienten la ropa ante semejantes oponentes.

De la Maza/De Mora, Nazaré, Del Álamo

Toros de Hdros del Conde de la Maza, muy bien presentados, mansos, descastados, duros y muy complicados.

Eugenio de Mora: estocada trasera (oreja); pinchazo en los bajos y casi entera tendida y baja (silencio).

Antonio Nazaré: casi entera atravesada (silencio); estocada atravesada y cinco descabellos (silencio).

Juan del Álamo: pinchazo y metisaca (silencio); media estocada y un descabello (silencio).

Plaza de Pamplona. 12 de julio. Sexta corrida de la feria de San Fermín. Lleno.

En fin, que los toros sevillanos no permitieron confianza alguna, y las cuadrillas se presentaron con buenas dosis de precaución, lo que, en modo alguno, facilita el toreo. En una palabra, la corrida, muy dificultosa; y los toreros, a la defensiva. Mala combinación.

A pesar de todo, Eugenio de Mora cortó una oreja sin peso alguno al primero de la tarde, que embestía con la cara a media altura y sin calidad, y con el que el torero mostró oficio y poco más. Enorme, de presencia intachable era el cuarto, pero todo lo que lucía de guapo lo manchó con brusca agresividad y mala condición. De Mora hizo lo que humanamente pudo, que fue poco, y lo despachó de manera nada ortodoxa.

Antonio Nazaré no tuvo opciones, pero lo intentó de veras porque no le sobran contratos. No es torero para la guerra del toro duro y pasó desapercibido. Permitió que a su primero le dieran muy fuerte en varas y el animal se paró antes de tiempo; con el quinto, tan deslucido como los demás, intentó justificarse y pasó un mal rato con el descabello y el enfado de las peñas.

Tampoco tuvo motivos de satisfacción Juan del Álamo, a quien parece que le ha abandonado la alegría del comienzo de temporada. Muy complicado y con sentido fue el comportamiento del tercero, y bastante hizo con zafarse de los gañafones, pero el sexto fue el más claro y el torero no se confió. Hubo pases sueltos e insípidos, y quedó la sensación de que el respeto ante el toro pudo más que su ilusión por el triunfo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_