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LIBROS / ENTREVISTA

Patrick Deville: “Conozco 1860 como si lo hubiera vivido”

El autor francés tiene un proyecto mayor: relatar la historia de la globalidad en 12 novelas vibrantes. Todas parten del primer año en el que todo estuvo conectado

Carlos Cortés y Patrick Deville posan ante la maqueta del Managua destruido por el terremoto de 1972.
Carlos Cortés y Patrick Deville posan ante la maqueta del Managua destruido por el terremoto de 1972.Daniel Mordzinski

He aquí un escritor con un plan. Después de agotar un ciclo de cinco libros experimentales, Patrick Deville ideó un ambicioso proyecto de 12 novelas con una misión común: investigar, documentar, hilar y escribir la historia mundial de la modernidad en 12 entregas que recorren el planeta de la mano de héroes algo fracasados, antihéroes más bien, todos luminosos y apagados por momentos. Lleva 20 años trabajando en ello, lo hace simultáneamente en varias y siempre con cuatro premisas clave:

1. Todas parten de 1860 para acabar en la actualidad.

2. Todas narran una exploración, un avance científico, una conquista o un suceso de los que cambian la historia.

3. Todo lo escrito en ellas es verdad.

Y 4. Las seis primeras viajan de Oeste a Este. Y las seis últimas lo harán al revés.

El proyecto arranca con Pura vida (2004, publicado en España por Seix Barral), en la que narra la vida y la muerte del filibustero norteamericano William Walker, que llegó a ser presidente de Nicaragua. Sigue con Ecuatoria (2009), que recorre África de la mano de Brazza y otros exploradores (recientemente publicada por Anagrama en España); Kampuchea (2011), sobre el proceso a los jemeres rojos en Camboya; Peste y cólera (2012, también en Anagrama), y Viva (2014), basada en México. La siguiente tendrá lugar en Francia y la concluirá en 2017 para incorporar las próximas elecciones.

Deville (Saint-Brevin-les-Pins, Francia, 1957) no suelta el cigarro, las gafas de sol ni la chaqueta al hombro que le dan el aire de intelectual resacoso que arrastra en el calor húmedo de Nicaragua. Aquí, en el festival literario Centroamérica Cuenta, se ha reunido con amigos importantes como Carlos Cortés, un destacado escritor costarricense que le dio acceso a los archivos que necesitaba para su libro Pura vida. “Sin él, esa novela no existiría”, relata. A ambos les unen más cosas, a las que volveremos.

PREGUNTA. ¿Por qué 1860?

RESPUESTA. Podía haber elegido un año antes o después, pero conozco ya 1860 como si lo hubiera vivido. Es el primer año en el que todos los sucesos del mundo están interconectados, ligados entre sí. Es el momento en que se produce la segunda revolución industrial, y eso marca a Inglaterra, Francia y Alemania; está el vapor; Ferdinand de Lesseps comienza el canal de Suez; Henri Mouhot descubre los templos de Angkor en Camboya. Cuando Mouhot viaja por primera vez, en 1860, tarda tres meses por el cabo de Buena Esperanza, y a vela. Sin embargo, en 1890, Alexandre Yersin (el científico protagonista de Peste y cólera) viaja ya desde Marsella, en navío a vapor, por el canal de Suez, y tarda un mes. Francia quiere también un canal y monta la Operación Maximiliano para parar a los americanos en México. Pero Maximiliano es fusilado. Francia abandona México y crea la Cochinchina. Todo está ligado. También Walker es fusilado; Garibaldi conquista parte de Sicilia, empieza a formarse Italia; y Pasteur demuestra que no hay una generación espontánea. Es el comienzo de la bacteriología y de las vacunas preventivas y curativas, que cambian la historia.

Patrick Deville.
Patrick Deville.Daniel Mordzinski

Alexandre Yersin fue un joven científico seguidor de Pasteur, pero sobre todo aventurero, y emprendió viaje a Asia. Descubrió el bacilo de la peste. Como Brazza, el explorador cuyo apellido dio nombre a Brazzaville (Congo), es un héroe particular.

P. ¿Qué une a sus protagonistas? Todos son destacados, pero a la sombra de otros que se llevaron la gloria.

R. Son vidas románticas, personajes prometedores, que quieren explorar, cambiar el mundo. Hay héroes negativos como Walker o positivos como Yersin. Y todos son vidas paralelas, como Brazza con Stanley y Livingston, o el Che Guevara y Savimbi, Yersin y Rimbaud, Malcolm Lowry y Trotsky.

Todos son protagonistas paralelos en unos libros que tarda años en investigar y poco en escribir, y que, en una estructura desconcertante, van saltando en el tiempo.

P. ¿Con qué criterio?

R. La investigación es un trabajo racional que dura unos años. Con ello se podría hacer reportaje o ensayo, pero se convierte en literatura cuando paro la investigación e invento una forma. Elijo la ida y vuelta, los saltos en el tiempo, porque la vida es así, no es cronológica, varias veces al día somos niños y luego adultos.

“Es otra vuelta de tuerca al tema de la no ficción”, interviene Carlos Cortés, premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo por Larga noche hacia mi madre (2013). “Patrick te permite una forma no ficticia de crear un mundo que respira, que tiene vida propia, que está constituido por géneros distintos, donde puede entrar la reflexión filosófica y el ensayo, pasando por el reportaje, pero que es profundamente literaria. Hay un zigzag permanente de sensaciones e imágenes que no dejan respiro al lector”.

P. ¿Y por qué seis viajan de Oeste a Este y seis lo harán de Este a Oeste?

R. Es un intento de dar la doble vuelta al mundo con historias a la vez reales y novelescas que nos interrogan sobre el futuro de esta civilización de Europa.

Estas 12 novelas que suman el nombre conjunto de Sic Transit Gloria Mundi (Así pasa la gloria del mundo, una expresión en latín que eligió como homenaje a Proust, que la utiliza en En busca...) no son el único plan de Deville. Tiene otros tres: del primero ya hemos hablado, es el conjunto de cinco novelas experimentales; el siguiente es un proyecto sobre las tentaciones del que ya ha publicado en Francia el primero: La tentación de las armas de fuego (2006).

Y el tercero es digno de detenerse en él.

Deville dirige desde 2001 la Casa de Escritores y Traductores Saint-Nazaire, que acoge a autores a los que da techo, cobertura y publicación traducida de una obra. Ha sido una puerta de acceso a Francia de autores latinoamericanos como César Aira, Ricardo Piglia, Reinaldo Arenas, Eduardo Halfon. “Me interesa enormemente Latinoamérica”, dice Deville. “Latinoamérica es el futuro de Europa”. Carlos Cortés lo corrobora: “Para nosotros, centroamericanos, es un trampolín, una plataforma estupenda para llegar a Francia”. Cortés recuerda que París ha sido un mito para América Latina desde el siglo XIX que, “después de Cortázar se ha disuelto. Y Patrick ha permitido que se abra esa puerta”. Una puerta que, aseguran, no tiene parangón en España. ¿No es incomprensible?

Por esos lazos trazados desde hace años, Deville vuelve siempre a Nicaragua, donde empezó su proyecto, y donde posa con Cortés en un lugar de gran simbología: la maqueta de la Managua arrasada en el terremoto de 1972, icono de esa capacidad de destrucción y reconstrucción que él retrata en sus libros. “Todas las civilizaciones nacen, crecen, se desarrollan y desaparecen. Se suicidan. Tal vez la nuestra está suicidándose”. En España está publicado a cuentagotas y en desorden; su estructura destila el caos de la vida misma hasta despistar; pero es, sin duda, un hombre con una misión. Merece atención.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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