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Pilar Belzunce, la sombra de Chillida

La esposa y ‘guardiana del templo’ del artista vasco, fallecida el sábado, levantó junto a él el museo que atesora su obra en Hernani y en cuya reapertura trabaja el Gobierno vasco

Eduardo Chillida y su mujer, Pilar Belzunce, delante de la escultura del artista vasco titulada 'De música', en 1989.
Eduardo Chillida y su mujer, Pilar Belzunce, delante de la escultura del artista vasco titulada 'De música', en 1989. uly martín (EL PAÍS)

Pilar Belzunce (Ilolío, Filipinas, 1925 – San Sebastián, 2015) conoció a Eduardo Chillida cuando era una adolescente. Comenzaron a salir juntos muy pronto, aunque ella le dijera entonces al escultor que hasta cumplir los 18 años no quería ser su novia. Belzunce, que falleció el pasado sábado, con 89 años, fue mucho más que la mujer detrás de un genio. El artista levantó con ella Chillida-Leku, el caserío museo donde el escultor quiso que “descansaran” sus obras, cerrado desde diciembre 2010 por problemas económicos. Las instituciones vascas se han marcado como objetivo la reapertura del centro para el próximo año, con motivo de la celebración en San Sebastián de la Capital Europea de la Cultura.

Belzunce también fue quien entendió que cualquier cosa dibujada por Chillida debía guardarse y rescató muchas, también, quien se ocupó de cuestiones prácticas, como llevar las cuentas. “Él era lo que era gracias a Pili”, resumía un allegado de la familia este fin de semana.

“Mi fe en él era inmensa; siempre conseguía lo que buscaba. Siempre le decía que era un caballito ganador. Y cuando comprendió que su camino era el arte, le apoyé sin vacilaciones y le di el aliento, el apoyo y la compañía en la aventura que íbamos a emprender”, recordó en más de una ocasión Belzunce cuando Chillida le confesó su intención de abandonar sus estudios de Arquitectura.

Belzunce tuvo que convencer a Aimé Maeght, propietario de la mejor galería de París en los 50 –llevaba a Braque, a Miró y a Chagall, entre otros-, y la persona que ayudó a Chillida en sus comienzos en la capital francesa, que con quien tenía que hablar de dinero era con ella, no con el escultor. Belzunce, por el contrario, instruida por el mecenas, aprendió que nada que hubiese salido de las manos de Chillida debía acabar en una papelera. “Los artistas buscan la perfección”, le dijo el galerista, y desde entonces guardó meticulosamente todo. De hecho, pocas de las obras de la etapa inicial del escultor se conservan.

A mi manera, siempre he sido especialista en quitar preocupaciones a Eduardo, desde que un día, siendo novios, me dijo: ‘Pilar, te pido una cosa: que te encargues tú de los asuntos materiales. No quiero unir el dinero con el arte, porque son dos mundos que no tienen nada que ver el uno con el otro”

“A mi manera, siempre he sido especialista en quitar preocupaciones a Eduardo, desde que un día, siendo novios, me dijo: ‘Pilar, te pido una cosa: que te encargues tú de los asuntos materiales. No quiero unir el dinero con el arte, porque son dos mundos que no tienen nada que ver el uno con el otro”, contó Belzunce a la periodista Begoña Aranguren, para la elaboración del libro La mujer en la sombra. La vida junto a los grandes hombres.

Chillida y Belzunce, que tuvieron ocho hijos, trabajaron juntos cerca de 20 años en el acondicionamiento del caserío Zabalaga, del siglo XVI, en Hernani, el lugar donde el escultor soñó con levantar un museo donde el visitante descubriera su obra, repartida entre la edificación y unos terrenos de 12 hectáreas, unos prados que habían servido de pasto para caballos y ovejas. Chillida-Leku abrió sus puertas en septiembre de 2000. Entonces, Belzunce era la voz de un Chillida ya enfermo, aquejado de Alzheimer. El escultor falleció dos años más tarde.

Precisamente, la reapertura del Museo es uno de los principales retos del Departamento de Cultura del Gobierno vasco, la institución que negocia con la familia del escultor la compra de las obras, el caserío y los terrenos. El Ejecutivo autonómico, mientras guarda un silencio absoluto sobre la marcha de las conversaciones, al igual que la familia, se ha mostrado confiado en que Chillida-Leku pueda volver a visitarse en 2016.

El futuro de Chillida-Leku

  • El Museo abrió en 2000 y cerró en 2010 por problemas económico. Las instituciones vascas esperan reabrirlo en 2016.
  • El Departamento de Cultura del Gobierno vasco negocia con la familia Chillida la compra de las obras, el caserío y los terrenos. El anterior Gobierno ofreció 80 millones de euros, el precedente valoró el centro en 112 y un peritaje de Sotheby's en 168. El centro sería viable con una aportación de 400.000 euros al año.

El Museo sería viable con una aportación pública de 400.000 euros al año, según un estudio encargado por el Departamento. El viceconsejero de Cultura, Joxean Muñoz, ya avanzó a este periódico en el verano de 2014 que la firma del acuerdo se produciría una vez se encontrasen los recursos económicos suficientes. El coste de la operación se desconoce. El anterior Gobierno vasco ofreció a la familia, en unas negociaciones fallidas, 80 millones, el Ejecutivo precedente valoró el centro en 112, mientras que un peritaje de Sotheby´s estimó en 168 millones el conjunto escultórico, más otros 12 por los terrenos.

La única opción que barajan los herederos es la venta, a pesar de que el estudio proponía una fórmula similar a la empleada con la colección Carmen Thyseen; una administración pública de la Fundación que gestiona el centro, mientras colección y bienes siguen siendo propiedad de la familia. El informe también recomendaba la implicación de otras administraciones como la Diputación de Gipuzkoa y el Ministerio de Cultura, ya que, si finalmente la compra del centro es innegociable, el Gobierno vasco, sin el apoyo de otras instituciones difícilmente pueda hacer frente a la misma.

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