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San Fermín, la Feria del Toro

Año tras año, la plaza de navarra acoge a divisas afamadas y a los toreros más dispuestos

Antonio Lorca

El toro, el protagonista indiscutible de la fiesta de San Fermín, ya está en Pamplona. Miles de personas se agolpan en las calles y en los tendidos para disfrutar en el encierro y la corrida con ese animal que durante el día y la noche se pasea por los rincones de una ciudad festiva en la que la música, el baile, la comida y el alcohol no son más que alegres ensayos del miedo, la adrenalina y la emoción. 7 de julio, San Fermín. Pamplona, capital de medio mundo, caleidoscopio de razas y culturas, que venera al toro, mañana y tarde, como un tótem con el que se palpa el riesgo y se juega a la vida y a la muerte.

Por la mañana, toca espantar los nervios y estirar las piernas mientras el ambiente huele a barniz antideslizante y resuenan nombres ya míticos como la cuesta de Santo Domingo, la plaza del Ayuntamiento, la curva de Mercaderes, la calle Estafeta, el tramo de Telefónica y el callejón hasta llegar al ruedo de la plaza. 850 metros que quedarán impregnados de las pisadas de toros de impresionante trapío y astifinas astas, atónitos y temerosos ante una marabunta multicolor, como un solo grito a la carrera, que los incomoda y sorprende tras cuatro años de plácido disfrute en la añorada dehesa.

Por la tarde, la corrida; la plaza, hasta la bandera; las peñas, confundidas entre La chica ye ye, Clavelitos, las magras con tomate y el calimocho; y la sombra, hierática y silenciosa. Y en el ruedo, entre el bullicio ensordecedor, otra vez el toro, sin la compañía solidaria de sus hermanos, dispuesto a superar el Rubicón de la bravura y la casta, y el torero, vestido de luces e imbuído de sueños de gloria. Solos los dos, a pesar de tan alborotada compañía.

El primer cartel de la feria fue el de un morlaco en el momento de lanzar por los aires las tablas de un burladero

Es la llamada Feria del Toro, más moderna que San Fermín, nacida en 1959 por decisión de la Casa de Misericordia -entidad benéfica, propietaria de la plaza, y organizadora de los encierros y el ciclo taurino- ante las exigencias económicas de las figuras -Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez, en aquella fecha- y la dificultad para encajar toros y toreros. Desde entonces, el protagonismo corresponde al toro con peso y trapío, procedente de divisas de prestigio. De ahí, su nombre.

El primer cartel de la feria -un morlaco de impresionante estampa en el momento de lanzar por los aires las tablas de un burladero-, obra del dibujante Andrés Martínez de León, alcanzó un éxito sin precedentes y acompañó a la Vuelta Ciclista a España desde la etapa que finalizó en Pamplona hasta la meta de Madrid.

Solo una figura -Pepe Luis Vázquez, que reapareció tras varios años de descanso- figuró en aquel San Fermín de hace 56 años, pero la Feria del Toro se consolidó y ha obligado a todos los toreros a anunciarse en Pamplona, referente de una feria ejemplar, exigente con el toro, justa con los toreros que se han ganado una oportunidad en otras plazas de postín y generosa con los emolumentos de quienes se juegan la vida.

Año tras año, la plaza de la capital navarra -con capacidad para 19.721 espectadores, inaugurada el 7 de junio de 1922, y construida bajo la dirección del arquitecto donostiarra Francisco Urcola a imagen y semejanza de la Monumental de Sevilla- ha acogido a los toros de las divisas más afamadas y a los toreros más dispuestos; y así sigue ocurriendo, aunque una vez ganado el prestigio, la Casa de Misericordia se ha visto obligada a dar cabida a hierros ganaderos más comerciales para que las figuras acepten hacer el paseíllo mientras la mitad de la plaza canta y baila, come y bebe.

Así ocurre en la edición de 2015, en la que toreros triunfadores en la pasada feria de San Isidro se mezclan con algunos de los más cotizados, a excepción de Morante y Manzanares, que han preferido no viajar a Pamplona. Padilla sigue siendo el rey de los Sanfermines, y actuará dos tardes, al igual que Perera y Fandiño. Respecto a las ganaderías, destacan las toristas de José Escolar, Conde de la Maza y Miura, y las más comerciales de Victoriano del Río, Fuente Ymbro y Garcigrande.

Los carteles son los siguientes:

Martes 7. Juan José Padilla, Pepe Moral y López Simón (toros de Jandilla).

Miércoles 8. Diego Urdiales, Morenito de Aranda y Jiménez Fortes (toros de El Tajo y La Reina).

Jueves 9. Sebastián Castella, Iván Fandiño y Alejandro Talavante (toros de Victoriano del Río).

Viernes 10. Miguel Abellán, Miguel Ángel Perera e Iván Fandiño (toros de Fuente Ymbro).

Sábado 11. Francisco Marco, Paulita y Paco Ureña (toros de José Escolar).

Domingo 12. Eugenio de Mora, Antonio Nazaré y Juan del Álamo (toros de Conde de la Maza).

Lunes 13. Juan José Padilla, El Juli y Miguel Ángel Perera (toros de Garcigrande y Domingo Hernández).

Martes 14. Manuel Escribano, Luis Bolívar y Salvador Cortés (toros de Miura).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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