¿Con mochila o sin corbata?

Instalaron la moda los líderes griegos Alexis Tsipras y su escudero Yanis Varoufakis. El ministro sex symbol incluso ha publicado un manual (Economía sin corbata) y el primer ministro la ha mantenido en su agónica negociación de estos días. En España, se adhirieron a la camisa desabrochada y el vaquero, Albert Rivera, que ha comparecido así en cada entrevista televisiva, y, según le pille, Pedro Sánchez.

El PP acaba de entrar en liza como si fueran a vender ahora que, sin esa prenda que te ata el cuello, la peña les fuera a perdonar su política de asfixia contra el Estado del bienestar. Después de haber hecho un pase de modelos basado en la cercanía sin necesidad de Hermés, el nuevo equipo de vicesecretarios treintañeros nombrado por Rajoy —todavía con corbata— y liderados por Pablo Casado, con parada estelar en laSexta noche, se marcaron un maratón de casi 30 entrevistas para aparecer en todo el globo catódico y radiofónico desde el jueves.

Cuando el audaz despliegue estaba hecho, viene Pablo Iglesias e instala desde El PAÍS TV otro giro radical en su nueva turné por los Ayuntamientos conquistados. Impone mochila al canto para meter dentro la botelluca de agua, el bocata envuelto en Albal, cuadernillos y bolis con que tomar notas de sus discursos, manuales de politología, cascos para el iPhone y quizás algunas temporadas de Juego de tronos…

De sopetón, han colocado el debate hacia Moncloa en otra disyuntiva: ¿con mochila o sin corbata? Uno no sabe quién desconfiará más de la nueva tendencia, si los asentados en la casta mareados entre puertas giratorias, los tertulianos sulfurados o los tuiteros impulsivos. Los que seguro andan temblando desde ya son todas las marcas de moda masculina. ¿Y nuestros pobres cuellos? ¿Notarán el alivio o se trasladará cierto agobio colectivo a las ya de por sí quejumbrosas espaldas?