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‘Pulp Fiction’ y olé

El sonido casi hace fracasar la lectura dramatizada del guion de Tarantino con Coronado, Anaya, Sacristán y Jorge Sanz

Gregorio Belinchón
Jorge Sanz y Elena Anaya se marcan su twist.
Jorge Sanz y Elena Anaya se marcan su twist.

En un programa especial de 1994 de Siskel & Ebert & the movies, el espacio televisivo en el que conversaban los dos críticos cinematográficos más importantes de Chicago, Gene Siskel y Roger Ebert, la pareja hablaba maravillada de Pulp Fiction, tras haber puesto grandes peros a Reservoir dogs, la película con la que debutó Quentin Tarantino. Y Ebert apuntaba: "Supone una revolución en el cine como la de hace 10 años lideró David Mamet en el teatro". Es decir, diálogos de la calle en boca de gánsteres. Es más, Pulp Fiction ganó el Oscar al mejor guion.

Ayer, la lectura dramatizada de Pulp Fiction en Madrid adoleció de un terrible sonido, que la organización achacó a que la policía había hecho un  barrido de frecuencias y por tanto desconfigurado los micrófonos inalámbricos de los actores. Resultado: durante la primera media hora hubo un siseo constante y al final no quedaban claras las míticas palabras de Tarantino, el hijo cinematográfico de Mamet. Sergio Peris-Mencheta, que heredó el personaje del boxeador Butch Coolidge de Bruce Willis, llegó a abandonar su micrófono para continuar voz en grito desde el escenario.

José Coronado, con el resto del reparto, escuchan a Vermut.
José Coronado, con el resto del reparto, escuchan a Vermut.

Lástima, porque esta era la primera entrega de One Night Only, iniciativa importada de Estados Unidos en la que un grupo de actores leen un guion clásico. En el madrileño cine Capitol Pulp Fiction tuvo las voces de José Coronado (Jules -Samuel L. Jackson), Jorge Sanz (Vincent - John Travolta), Elena Anaya (Mia - Uma Thurman y, sorpresa, el señor Lobo), Bárbara Santa-Cruz (Fabienne - María de Medeiros), José Sacristán (Marsellus - Ving Rhames y el capitán Koons - Christopher Walken), Sergio Peris-Mencheta (Butch -Bruce Willis) y Teresa Pérez-Caballero y Rodrigo Ramírez para el resto de los personajes. Todos, dirigidos por Carlos Vermut, que se reservó el triple papel de narrador -levantó tantas pasiones como odios-, el del personaje de Tarantino (Jimmie) y fue el catalizador del evento, que llevó con firmeza: supo cortar cuando Coronado y Sanz se metieron en un tremendo jardín verbal acerca de la hamburguesa royale con queso, y pidió a Sanz y a Anaya que hicieran el paso del submarinista en el mítico baile del twist, antes de sumarse él mismo al momentazo.

Una de las sorpresas mágicas vino de la pareja Sergio Peris-Mencheta / Bárbara Santa Cruz

En realidad, la historia había que creérsela o no. Jorge Sanz fue el gran resucitado de la noche, más o menos lo que le ocurrió a John Travolta con la película. Imitó la salida del mentón como Travolta, llevó los diálogos hacia un madrileñismo barriobajero que cuajó y decidió que podía moverse y gesticular lo que le pidiera el cuerpo. Coronado y Sacristán tienen tanta presencia que con poco esfuerzo compusieron ágilmente sus papeles. El primero estuvo a la altura del reto del discurso prematanza basado en el libro de Ezequiel, capítulo 25, versículo 17 (que en realidad no es literal, porque Tarantino y Jackson lo reescribieron en el rodaje, muchos españoles la conocen con el doblaje de Miguel Ángel Jenner); el segundo disfrutó con Marsellus -todo vozarrón, que para eso, dice Sacristán, está "en primero de Fernando Fernán-Gómez- y cumplió con Koons: cambiar la palabra culo por trasero no ayudó a ese diálogo. Anaya, que se había mostrado reticente a bailar, finalmente se lanzó a ello; en cambio encarnar al señor Lobo fue un regalo demasiado envenenado.

Sergio Peris-Mencheta y Bárbara Santa-Cruz.
Sergio Peris-Mencheta y Bárbara Santa-Cruz.

La otra sorpresa mágica vino de la pareja Peris-Mencheta / Santa-Cruz. Y eso que el mal sonido se cebó especialmente con ellos, justo al inicio de la presentación de su relación amorosa. Lo clavaron. Dieron ese tono adolescente que en pantalla daba paz y una extraña sexualidad a la pareja, Peris-Mencheta templó y estalló como el carácter de un boxeador manda. Y Santa-Cruz supo hacer entender al público el amor y la fragilidad de Fabienne.

La escenografía, con proyecciones de fotogramas de la película, páginas del guion y las canciones de la soberbia banda sonora no estuvo mal. Los efectos de sonido empezaron flojos y mejoraron a lo largo de la lectura. En el patio de butacas y los dos anfiteatros, casi lleno con más de 1.000 personas, los espectadores estaban a favor de obra desde el principio y perdonaron los defectos del sonido. La versión leída estaba algo recortada y con algunos momentos ceñidos al guion de la película y no a la película en sí (se cambiaron en el rodaje): más poda en el libreto no hubiera estado mal, aunque el evento no llegó a las dos horas. La arritmia de este One Night Only puede achacarse tanto a los problemas técnicos como a que hubieran necesitado algún ensayo más. Y con todo, "os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos. Y tú sabrás que mi nombre es Yavhe, cuando caiga mi venganza sobre ti". Tiros, matanza y fundido a negro.

Coronado lanza su guion al aire al acabar el acto. A la izquierda, Carlos Vermut.
Coronado lanza su guion al aire al acabar el acto. A la izquierda, Carlos Vermut.
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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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