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La ministra de Cultura israelí carga contra los artistas por "intrigantes"

Miri Regev, exgeneral del Ejército, ataca a los creadores en su primer mes de gestión

Juan Carlos Sanz
Miri Regev, en un acto durante la campaña electoral el pasado febrero.
Miri Regev, en un acto durante la campaña electoral el pasado febrero.AMIR COHEN

“Hipócritas”. “Desagradecidos”. “Intrigantes”. “Presuntuosos”. La ministra de Cultura, Miri Regev, se ha despachado a gusto en una entrevista contra los artistas de Israel. Exgeneral del Ejército y antigua jefa de la censura militar, Regev se ha granjeado tras su nombramiento, hace poco más de un mes, el rechazo de amplios sectores del liberal mundo cultural israelí, al que ha intentado marcar el paso con su visión patriótica de militante del conservador Likud. El sentimiento parece ser recíproco.

La prensa, la radio y la televisión de Israel han aireado el contenido de la entrevista que la ministra concedió al semanario femenino AT. “Es una panda de ingratos que creen saberlo todo, de hipócritas que envenenan la vida. No me siento a gusto trabajando con el mundo cultural”, asegura Regev en la grabación de su conversación con la revista, al tiempo que lamenta que el primer ministro y líder de su partido, Benjamín Netanyahu, no cumpliese su promesa de asignarle la cartera de Asuntos Sociales.

Ayudas congeladas

 La controvertida ministra ha cobrado protagonismo dentro del nuevo Gobierno de coalición —integrado por conservadores, nacionalistas y ultrarreligiosos—, considerado como uno de los más derechistas de la historia de Israel. Regev amenazó primero con cancelar las subvenciones de su ministerio a una compañía de teatro infantil de Haifa en la que actúan niños judíos y palestinos dirigida por un árabe-israelí que se negó a llevar sus representaciones a los asentamientos de colonos en Cisjordania, ocupada por Israel desde 1967.

La polémica se extendió más adelante cuando el Ministerio de Cultura congeló las ayudas al Teatro Al Midan de Haifa, donde se representaba la obra Tiempo paralelo sobre un palestino que mató a un soldado israelí. Poco después Regev presionó a los responsables del Festival Internacional de Cine de Jerusalén para que retiraran el documental Más allá del miedo, sobre la vida familiar de Yigal Amir, el nacionalista judío radical que asesinó al primer ministro Isaac Rabin hace 20 años, poco después de que firmara los acuerdos de paz con los palestinos. Los partidos de la izquierda radical habían sido los primeros en instar su retirada de la programación. El filme se proyectará finalmente fuera de las fechas oficiales del certamen.

Artistas israelíes protestan contra la ministra de Cultura el pasado viernes.
Artistas israelíes protestan contra la ministra de Cultura el pasado viernes.gil cohen magen (afp)

Rebelión en el pabellón del puerto

Más de 400 artistas israelíes se reunieron el pasado domingo en un pabellón del puerto de Jaffa, al sur de Tel Aviv, para plantar cara a las medidas de la nueva ministra de Cultura, Miri Regev. El director del Teatro Khan de Jerusalén, Michael Gurevitch, llamó a “una huelga de todas las instituciones culturales” en el caso de que se imponga en Israel la censura. La ministra había sido muy clara en su advertencia a los creadores: “No voy a apoyar a las instituciones culturales que deslegitimen a Israel o lo boicoteen”. Pero Gurevitch le replicó que “ella no es quién para determinar cuáles son las amenazas para la seguridad del Estado”.

En el fondo subyace la fractura en la sociedad israelí entre los sectores liberales, que defienden la solución de los dos Estados y el diálogo con los palestinos como vía para acabar con el conflicto, y la visión nacionalista de los partidarios de la expansión de los asentamientos judíos en el territorio palestino. Una mayoría de los artistas parece apoyar la primera opción.

Aunque la ministra de Cultura ha matizado sus declaraciones de la entrevista al asegurar que sus críticas se dirigían “solo a algunos artistas”, que seguía dispuesta a trabajar con el mundo de la cultura y a “aumentar el presupuesto” de su departamento, Regev fue recibida el pasado viernes con gritos de protesta en Tel Aviv a su llegada al acto de entrega de unos premios teatrales.

Nacida hace 50 años en el seno de una familia judía que acababa de emigrar a Israel desde Marruecos, Regev se lo debe todo al Ejército, donde ingresó con 18 años para cumplir el servicio militar obligatorio, se formó como oficial y en el que ascendió hasta el puesto de general de brigada. Ocupó los cargos de portavoz de las Fuerzas Armadas para las relaciones con la prensa y de responsable de la censura militar israelí, que se encarga de que las informaciones publicadas no pongan en peligro la seguridad de Israel. En 2007 dejó la vida castrense para dar el salto a la política en las filas del Likud, el partido encabezado por Netanyahu, y en 2009 fue elegida diputada en la Knesset.

El mundo de la cultura israelí recibió con hostilidad su nombramiento tras las pasadas elecciones. El cantante de rock Shalom Hanoch exigió que Regev no interviniera antes de su actuación del pasado mes de mayo en el Festival de Israel. Pero la ministra le recordó que el acto estaba subvencionado por su departamento. La oposición israelí de izquierdas también ha reclamado que renuncie a su cartera. “No se puede dejar la libertad de expresión en manos de un censor”, advirtió la líder del partido Meretz, Zehava Galon.

En su polémica entrevista, Regev ha asegurado que va a fijar pronto las reglas para definir las condiciones que marcarán la pérdida de las subvenciones en aquellas obras artísticas que “deslegitimen al Estado de Israel”. “Dentro de un mes se sabrá lo que está permitido y lo que está prohibido si se quieren recibir las ayudas oficiales”, anunció.

En su columna en el diario Yedioth Aharonot, el analista Yoaz Handel ironizaba recientemente sobre la “nueva edad de oro cultural” que supone la presencia de Regev en el Gobierno: “Nunca se había hablado tanto como ahora del teatro o las películas en Israel”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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