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Un corazón casi sencillo

Paolo Giordano habla en 'Como de familia' de la autoexigencia que impone esta era y de quienes quedan fuera de foco

El escritor Paolo Giordano.
El escritor Paolo Giordano.Andrea Gandini

Una corriente de nostalgia del mundo de nuestros abuelos sacude la literatura europea de los últimos años. Aquel mundo era tanto o más clasista, cruel, despiadado, absurdo e ­injusto que éste, pero era mucho menos exigente con el individuo. La ­nostalgia de napalm hedonista de Houellebecq poco tiene que ver con la de Como de la familia, de Paolo Giordano (Turín, 1982), pero ambas tienen un punto en común: el ir en busca de ese otro tiempo en el que uno no tenía que ser a la vez hombre y mujer, lógico y sentimental, sumiso y severo, romántico y chabacano. Y es que el devenir histórico y económico ha creado la trampa matamoscas perfecta. No hubiéramos aceptado de ningún sátrapa, gobernante, mesías o jefe una tiranía como la que nos autoinfringimos en el Primer Mundo. El hecho de que el capataz sea uno mismo es lo que hace perfecta la trampa. Hemos comprado que todo se adapte a nosotros, que ­somos libres para hacer lo que sea desde donde sea únicamente para poder trabajar 24 horas al día. Ser singulares solo para acabar siendo una prisión en una isla.

Ése es el entramado sobre el que está construida Como de la familia. Paolo Giordano enciende la luz en un momento clave de la existencia de una joven pareja con hijo. Uno de los logros de la novela es la elección del marido como narrador, su tono rápido y al mismo tiempo atento a los detalles, una voz empática pero también resentida. Un hombre herido por las deudas, concesiones y derrotas más que de la cotidianidad, de la agresividad del presente contra un hombre y una mujer normales, que tratan de conservar la mayor dosis de armonía posible en su día a día.

Paolo Giordano enciende la luz en un momento clave de la existencia de una joven pareja con hijo

Pero lo que hace que esta novela sea la confirmación del talento de Giordano es la construcción del personaje de la Señora A. Ésta es la encargada de cuidar al hijo de la pareja. Obviamente no se limita a eso, sino que deviene el verdadero pilar de aquella familia. Algo que será notorio cuando la Señora A. enferme de cáncer. Giordano recrea un personaje real y conserva algo de su —segura— lectura flaubertiana de Un corazón sencillo. La Señora A. contiene la suficiente dosis de matices y claroscuros de verosimilitud como para que te quedes observando cómo se levanta del papel y arrastra con ella una narración limpia, pero nunca plana. Hay transición en los personajes y en el argumento. No hay brochazos ni concesiones a lo sentimental. Y la nostalgia no es tanto de otros valores retrógrados, sino del deseo de volver a exigir la posibilidad de ser personas normales que vivan existencias llenas de lealtades y sinsabores, recortes de periódicos en cajones y pequeños rituales. Personas invisibles para los focos, pero esenciales para la tribu, para el vecindario, para tu construcción como individuo dentro de una comunidad.

Como de la familia. Paolo Giordano. Traducción de Carlos Mayor. Salamandra. Barcelona, 2015. 144 páginas. 15 euros

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