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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Rosalba y el loto azul

‘Fortune Cookie’ es un espectáculo de aliento lepagiano y de carácter metaficcional, pero necesitado de una cucharadita de ironía

Javier Vallejo
Obra de teatro 'Fortune Cookies', de los dramaturgos José Manuel Mora y Carlota Ferrer.
Obra de teatro 'Fortune Cookies', de los dramaturgos José Manuel Mora y Carlota Ferrer.Pedro Gato

Este espectáculo, coproducido por el laboratorio de la sala Kubik, en el distrito madrileño de Usera, donde ha crecido el barrio chino europeo que probablemente más se parezca al de una ciudad provinciana del gigante asiático, podría haber indagado en la vida de sus habitantes, opaca cuando no invisible para el resto de la ciudad: cómo llegan hasta aquí, qué dejan atrás, porqué se cierran sobre sí, porqué provienen de la misma región todos, qué anhelan… Ya desde el título, José Manuel Mora, su coautor y Carlota Ferrer, su directora, quieren aludir al aquí ahora de la relación entre Oriente y Occidente, pero al final Fortune Cookie es un espectáculo de aliento lepagiano (influido tanto por la Trilogía de los dragones como por la narrativa escénica de Mouawad) y de carácter metaficcional, protagonizado por un autor que dice serlo de la obra que estamos viendo y por una joven que dice ser su distribuidora, donde lo chino aparece como telón de fondo y a través de un joven oriental y de una pequinesa cuyo bebé quiere adoptar el autor.

Fortune Cookie

Dramaturgia: José Manuel Mora y Carlota Ferrer. Intérpretes: Alba Celma, Joaquín Hinojosa… Dirección: C. Ferrer. Madrid. Teatro Valle-Inclán., hasta el 21 de junio.

Más que el amor imposible, del que habla Rosalba, su distribuidora, el tema de esta pieza es el propio teatro y, sin pretenderlo, la incapacidad de sus dos protagonistas para verse y hallarse en lo ajeno, instalados como están en una parcela de bienestar evidente y obsesionados como andan consigo mismos (y con su arte). La puesta en escena de Ferrer es limpia y noreuropea, el texto de Mora está veteado de haces de luz, la plástica escénica resulta impecable, la interpretación de Esther Ortega es certera (y su presencia magnética), la actuación del hispanocoreano Alberto Jo Lee, precisa como corte de bisturí; la de Joaquín Hinojosa, plena de oficio, y la de David Picazo, sobria, pero en tanta belleza hay al cabo una voluntad de trascendencia y un regusto solemne, necesitado de que lo rebajen con una cucharada de autoironía.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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