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Cogida de Manzanares y triunfos de Morante y Talavante en Granada

El torero alicantino sufre luxación del octavo arco costal izquierdo y varetazo en una pierna

Talavante (izquierda) y Morante, a hombros ayer en la Feria del Corpus en Granada.
Talavante (izquierda) y Morante, a hombros ayer en la Feria del Corpus en Granada.Miguel Ángel Molina (EFE)

Los diestros José Antonio Morante de la Puebla y Alejandro Talavante salieron a hombros anoche en el segundo festejo de la feria de Corpus de Granada, en el que José María Manzanares, que también triunfó, acabó en la enfermería. Con algo más de tres cuartos de entrada, se lidiaron toros de Zalduendo, de aceptable presentación y, aunque no les sobraron las fuerzas, resultaron nobles y de interesante comportamiento. Las excepciones fueron el peligroso segundo y el rajado sexto.

Morante de la Puebla: estocada desprendida y trasera (oreja); estocada (oreja); y estocada (silencio).
José María Manzanares: estocada (dos orejas en el único que mató). Alejandro Talavante: dos pinchazos y estocada ligeramente desprendida (oreja); y estocada honda (dos orejas).
En la enfermería fue atendido Manzanares de "luxación del octavo arco costal izquierdo con el cartílago común, así como un varetazo en la cara externa del muslo izquierdo"

Morante se sintió en su primero, un toro noble y colaborador y de justa transmisión. Toreó muy despacio y ligado, con momentos muy toreros en los remates por bajo y en el toreo al natural. No acabó de acoplarse con el cuarto, pero hubo torería en algunos detalles aislados sobre la mano izquierda. Una faena con sabor aunque faltó continuidad y redondez. Tampoco lo vio claro en el sexto, y, pese a intentarlo, no llegó cogerle el aire a un toro sin raza, que deslució todo proyecto de faena.

Manzanares se confió en exceso ante el peligroso segundo, un toro que esperaba debajo y muy mirón, y que lo cogió dos veces de forma de muy fea. El alicantino se la jugó ante un animal sin posibilidades que lo mandó a la enfermería, no sin antes lograr las dos orejas.

Talavante instrumentó una faena de entrega, mando y valor a su primero, un toro noble aunque justito de fuerzas, al que ligó tandas de notable calado, sobre todo al natural, por donde toreó largo y con dominio absoluto. Aunque faltó contundencia con la espada, cortó una oreja.

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