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Noche sin luna en el Retiro

La jornada del miércoles se alarga para celebrar el festivo con un homenaje a ‘Las mil y una noches’

Bailarinas en el Paseo de Coches del Retiro.
Bailarinas en el Paseo de Coches del Retiro.samuel sánchez

Por encima del omnipresente hilo musical de la Feria de Libro de Madrid (un loop de versiones instrumentales de éxitos del pop), se escuchaban laúdes árabes, darbukas y bendires. Dos bailarinas hacían una exhibición de danza del vientre ante los sorprendidos paseantes, del Paseo de Coches del Parque del Retiro. Pocos sabían que el miércoles por la noche la organización se había sacado de la manga una actividad doble. Por un lado, se alargaba una hora la jornada, hasta las diez y media, para aprovechar la coincidencia del Corpus Christi (festivo en la capital) y la feria. Por otro, se aprovechaba la nocturnidad para homenajear a Las mil y una noches con lecturas, música y animaciones.

En realidad, nadie en las casetas parecía muy enterado. Ni en el quiosco de información ni en el pabellón de actividades sabían nada de las actuaciones musicales anunciadas para las siete y media de la tarde, que finalmente no comenzaron hasta cerca de las nueve. Los libreros tampoco acertaban a dar indicaciones. “Mira, esto es todo lo que nos han dado”, decía Daniel Moreno, de la editorial Capitán Swing, agitando una vela rosácea. Y apagada.

Porque, aunque el nombre elegido para el evento era Leer bajo la luna, no había noticias del satélite. Las nubes que habían cubierto la ciudad durante el día reflejaban la luz del atardecer y ocultaban la prometida luna llena. Unos actores ataviados con ropa de reminiscencia hindú recorrían el paseo repartiendo pulseras reflectantes de un amarillo flúor poco orientales. La animación (cuya duración, según el programa, era de hora y media) consistían en media docena de intérpretes tratando de arrancar a los visitantes del descanso del guerrero en las mesas de los bares después de una tarde de compras: “Venga, vamos terminando que empieza la lectura. No, ‘Ahora vamos’ no. Que empieza”.

Empezaba. En el pabellón de actividades el ambiente estaba bastante más cargado que en el paseo. El aforo de 100 personas se superaba por un puñado, y, fuera, unos 40 curiosos esperaban su turno pese a desconocer de qué iba la cosa. “No sabíamos qué había, hemos venido por casualidad”, admitían Patricia Gadea y Raúl Sánchez, sin compras en las manos. Dentro, el público dejaba escapar un tímido “Oh” de sorpresa ante la aparición estelar de Antonio Resines, el primero de 20 figuras de la cultura (Emilio Lledó, Marta Sanz, Pilar Gallego...) que se habían atrevido a leer en voz alta fragmentos de Las mil y una noches después de las firmas de libros.

En la avenida, los puestos estaban cada vez más tranquilos. En el de la librería La buena vida, un lector rompía la dinámica de casetas vacías. “Es muy agradable esta hora, deberían hacerlo más. Suelo venir el fin de semana, pero hay tanta gente que es imposible comprar”, contaba Luis Pérez, que había adquirido un par de títulos en las editoriales Anagrama y Kalandraka. Sus hijas, de 3 y 6 años, corrían por el paseo despejado, sin miedo a perderse en ninguna muchedumbre. Jesús Trueba, el librero, era algo más escéptico: “Una cosa es hacer que la gente se quede más tiempo, y otra hacer que venga más gente. Pero bueno, hay que probar cosas nuevas”.

De vuelta al pabellón y sus aires orientales, Resines atacaba la historia del segundo mendigo y su retahíla de transformaciones mágicas: en león, en escorpión, en serpiente, en espada, en buitre, en águila... Cuando la batalla entre la princesa y el genio llegaba a su punto álgido, Sherezade decidió hacer de las suyas. “No sabemos cómo sigue, lo sentimos”, bromeó el actor. “Para eso están los libros, para saber cómo sigue”, contestó Ignacio Elguero, conductor del evento. Pero nadie salió corriendo a comprar Las mil y una noches.

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