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crítica | oraciones de maría guerrero
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

María Guerrero y la pipa de kif

Margarita Xirgu, Elvira Noriega y Concha Velasco, en una comedia que pasa revista a un siglo de teatro en España

Javier Vallejo
Un momento de 'Oraciones de María Guerrero'.
Un momento de 'Oraciones de María Guerrero'.marcosgpunto

Las calles de María Guerrero y de Fernando Díaz de Mendoza, en el modesto barrio madrileño de Comillas, breves y estrechas, corren paralelas a la de Eduardo Marquina, que surtió de comedias la compañía de ambos. El Ayuntamiento tampoco ha sido tan generoso con Galdós, que fijó la memoria de una época de nuestra ciudad, como con los generales Yagüe y Sagardia Ramos, que poca gloria le han dado; con el grupo de militares golpistas cuyas calles rodean la de Valle-Inclán, o con Castelar, cuya retórica, como señala Ernesto Caballero en su comedia didáctica Oraciones de María Guerrero, es hermana de la que gasta Echegaray en sus dramas.

Oraciones de María Guerrero

Dramaturgia y dirección: Ernesto Caballero. Intérpretes: Ester Bellver y Elena González. Madrid. Teatro María Guerrero, hasta el 4 de junio.

Sirviéndose de Ester Bellver y de Elena González, actrices corredoras de fondo, Caballero ejemplifica las maneras de declamar en boga en los últimos cien años, so pretexto de que en 1914 la Guerrero, nerviosa ante el estreno de El gran Galeoto, invoca a la Virgen, tras inhalar unas bocanadas del kif (marihuana) que le ha traído el joven Valle-Inclán. “Para mejorar tu arte, te mostraré el de algunas grandes actrices del futuro”, le responde la divina María a su tocaya terrena.

Ferazmente reinterpretada por Bellver, la declamación tardorromántica (dicción formalizada, próxima al recitativo operístico, acompañada de movimientos amplios y precisos de brazos, manos y ojos) recuerda a la que se mantiene aún hoy en la ópera china y en el kathakali: el teatro oriental ha conservado un código de gestos y de señales que en el nuestro cayó en olvido. De puro arcana y exagerada, la manera de la Guerrero de Bellver resulta más sugerente hoy que la de la Xirgu, cuya pretendida naturalidad, al borde de lo canoro, clava Elena González. Esta actriz hace también una recreación brillante de un estilo interpretativo humorístico disparatado (cuyas raíces son el género chico y el entremés), personificado en Elvira Noriega, musa de Jardiel. Más arbitraria y difusa resulta la barrera que Caballero coloca entre la manera de escribir y de actuar de la generación del autor de Eloísa está debajo de un almendro y la de Marsillach, aunque la imitación que González hace de Concha Velasco (con la diva entre el público del estreno) esté muy lograda: hay textos de Sergi Belbel o del propio Caballero que ejemplificarían mejor el teatro postbekettiano al que la Virgen se refiere cuando habla de los autores que desconfían en la capacidad comunicativa del lenguaje.

Respecto al estilo de La estanquera de Vallecas, de Alonso de Santos, puesto como ejemplo de la escena de los años ochenta, no anda tan lejos del de ciertos sainetes de don Ramón de la Cruz, ni la manera de interpretarlos debió ser muy diferente, sintaxis aparte. En el tramo final de Oraciones… echo de menos un ejemplo de la dicción átona, que, emulando ciertos espectáculos de Rodrigo García, se ha expandido entre sus admiradores como mancha de aceite. Entre comedia y disertación (escrita por encargo de la Biblioteca Nacional para un ciclo de conferencias sobre la oralidad teatral), Oraciones de María Guerrero es un espectáculo sugerente y entretenido, marcado por la interpretación vigorosa y coloreada de ambas actrices, que todavía podría enriquecerse añadiendo algún ejemplo y del que podría limarse algún otro, para mayor precisión.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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