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“Cuando aparecí, los pianistas en el pop no estaban de moda”

La cantante Tori Amos acaba de reeditar su clásico 'Little Earthquakes'

Tori Amos en una imagen promocional.
Tori Amos en una imagen promocional.

Que Tori Amos (Carolina del Norte, 1963), para la reciente reedición de Little Earthquakes rescate la toma que grabó de Smells Like Teen Spirit de Nirvana no es ni una casualidad ni un disparate. Nació y creció a la par que lo hizo el grunge. De hecho, en la nota que ha escrito Noah Michelson para la nueva revisión de Under The Pink, acentúa que en contraprestación ella estableció cánones de nuevo orden en el pop, entonces dominado por completo por la testosterona.

Tori Amos es contemporánea de Nevermind, presente en ese cruce de caminos en el que almas caritativas pero sin rumbo, y una infancia digamos que compleja, se unen en algún punto del mapa. Con un fin predeterminado, como si se tratase de un anuncio a viva voz; es la llamada de la selva. “Cuando yo aparecí los pianistas en el universo del pop no estaban de moda, era algo que pertenecía a otra era, básicamente había guitarras. Y la idea era adaptar ese modelo al del piano, y consciente de esa dificultad, sabía que tenía oro en mis manos. Era complicado que alguien asociara el piano a formas más comerciales, a principios de los ochenta estaba muerto, pero como ese fue el nacimiento de la tecnología musical como tal, se aceptó que había nuevos retos dispuestos y listos para ser expuestos.

En ese sentido, con esa perspectiva, luchando contra normas muy establecidas, me atreví con canciones como Smells Like Teen Spirit, o por ejemplo Angie de The Rolling Stones o Thank You de Led Zeppelin, y salí airosa, sabía que tomaba riesgos, sin embargo yo huía de quedarme conforme con aquella situación. Tom Waits hizo algo parecido en los setenta, es de agradecer”. Ese atrevimiento la llevó a aliarse con PJ Harvey y Björk para una portada de la revista Q que les hizo más bien que mal, la reivindicación del poder femenino adoptando criterios para nada temerosos, con esa bis alternativa se lanzaron a una piscina en la cuál el agua era escasa para ellas, aunque había la suficiente para sacar la cabeza si te movías con habilidad.

Por esa razón el rompecabezas de Little Earthquakes fue tan determinante, que coja brillo otra vez habla a las claras del valor de ese engranaje musical inusual. “Siempre he vivido con esa sana obsesión por descubrir, explorar, y el inicio de este proyecto de remasterización fue por recopilar todas las caras B y juntarlas, después decidimos que sería una buena idea transformar sutilmente una parte de aquello en lo que trabajé anteriormente. Además, nunca me ha gustado comparar mis discos, pues cada uno refleja un estado, una época vital concreta, es como una pintura, son expresiones distintas, cada una con un matiz”. Tori Amos es una inconformista contumaz, gusta de jugar al despiste, tanto si habla de sexo como de religión (hay líneas que a veces traspasa y en otras se queda a las puertas), o por cómo plantea discos en el sentido más conceptual de la palabra.

En Scarlet´s Walk, con el 11-S como telón de fondo, sacó a pasear su yo viajero para explicar verdades dolientes, en cambio con American doll posse cruzó el umbral que marcaban cinco mujeres diferentes y magnéticas que construyó a su imagen y semejanza (curiosamente y en tono opuesto a la hora de su disco de versiones Strange Little Girls prefirió redibujar composiciones amansadas por hombres). Y planteado como el reto más importante de su zigzagueante carrera, de la mano de Deutche Gramophon culminó Night of hunters, una lección magistral de música clásica. “Deutsche Gramophon se acercó a mi, y me propuso poner en marcha este proyecto, con la música clásica como objetivo. Al principio daba miedo, me causaba respeto, la apuesta era arriesgada. Pero acepté sin pensarlo demasiado. Para empezar, debía escuchar a grandes maestros del género, me inicié con Mozart, y tocaba analizar a otros muchos compositores para reconstruir sus partituras. Nunca había estaba interesada en indagar tan en profundidad en la música clásica, si bien en alguna ocasión había hecho alguna aproximación, ya sea por curiosidad o por mi propia formación como pianista y arreglista”.

Una vez aprobó en esa materia, le apetecía volver a su propio origen, subirse al tren del pop que tenía abandonado por voluntad propia, en Unrepentant Geraldine sugiere una colección abierta al lucimiento, sin animo de lucro, relajaba porque tiene la certeza de que ya nadie la va a juzgar, y eso le tranquiliza. “No pensé mucho en cómo quería que fuese este disco, hace dos años ni lo imaginaba, lo único cierto es que pretendía algo más orgánico, sincero, una obra contemporánea”. Trouble´s lament ya es un favorito indiscutible, a la altura de Silent all these years (la canción más solicitada en sus directos) y Cornflake girl, su escrito más conocido. The power of orange knickers, un tema que cantó a medias con Damien Rice hace diez años podría sonar en su actuación exclusiva en Primavera Sound (la única vez que estuvo en España fue en 1994 en Sevilla para filmar un vídeo), ambos coinciden en el marco del festival, la única duda es si aquella experiencia les satisfizo a ambos. Que ella no se explaye al respecto es sospechoso. Eso sí, lo disimula a las mil maravillas. Su amable sonrisa lo maquilla todo. Es decir, que Tori Amos es una encantadora de serpientes. Antes y ahora.

Tori Amos toca el sábado en el escenario Ray-Ban a las 20.30 horas.

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