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CRÍTICA | CON LA MAGIA EN LOS ZAPATOS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un cuento judío

Adam Sandler, en un momento de 'Con la magia en los zapatos'.
Adam Sandler, en un momento de 'Con la magia en los zapatos'.

 En la piel del reportero Scott Templeton, cuya prosa untuosa comprometía su ética periodística en su carrera hacia el prestigio profesional, el actor Tom McCarthy aportó un buen repertorio de momentos inolvidables a la quinta temporada de la serie The Wire. Por aquel entonces, este corredor de fondo de la interpretación solvente, tocado por la condena de no acceder a papeles protagonistas por déficit de carisma, ya había iniciado una estimulante doble vida como director y guionista de honestas películas independientes, capaces de esconder bajo su aparente modestia una acusada capacidad de riesgo. Vías cruzadas (2003), The Visitor (2007) –que le valió una merecida nominación al Óscar a su protagonista, Richard Jenkins- y Win Win (ganamos todos) (2011) acreditaron a McCarthy –que también formó parte del equipo de guionistas de la descomunal Up (2009)- como buen equivalente cinematográfico de un perseverante artesano del relato breve, con una mirada humanista especialmente interesada en la cara B de la cultura del triunfo.

CON LA MAGIA EN LOS ZAPATOS

Dirección: Tom McCarthy.

Intérpretes: Adam Sandler, Steve Buscemi, Dustin Hoffman, Melonie Diaz, Method Man, Ellen Barkin, Lynn Cohen, Sondra James, Evan Neumann.

Género: comedia.

Estados Unidos, 2014.

Duración: 99 minutos.

En Con la magia en los zapatos, su cuarto largometraje como director, McCarthy propone un cuento judío atravesado por lo mágico. Hará bien el espectador en no confundir esta película con una convencional comedia de Adam Sandler –sin que este apunte signifique, necesariamente, que este crítico tenga animadversión alguna por las convencionales comedias de Adam Sandler: algunas de ellas notables-, porque se trata de algo completamente diferente. El cómico asume el papel de un apagado zapatero del Lower East Side que hereda una máquina de coser capaz de dotar de un singular poder a los zapatos cuyas suelas hayan pasado por ella: bastará calzarlos para adoptar la personalidad del propietario del calzado.

La improbable premisa da pie a un primer juego de enredos lúdicos para acabar centrándose en un ligero relato de heroísmo vecinal en torno a un desahucio inminente. Quizá sea la película más deliberadamente ingenua en la breve carrera como director de McCarthy, pero permite a Sandler explotar toda la melancolía inmanente a su mirada –y a su boca entre paréntesis- y habilita ciertos márgenes en su relato para que Dustin Hoffman y Steve Buscemi compongan personajes con mayor peso específico del que parece a simple vista.

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