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¡Cuidado con la aversión a lo nuevo!

Sorprende la aversión a lo nuevo de intelectuales con melancolía decadente y escritores. Una verdadera brecha generacional. La admonición de que debemos inquietarnos por los efectos de Internet en la memoria es una vieja novedad. Platón (Fedro o de la belleza) sostiene que la nueva tecnología de entonces —¡la escritura!, 274 antes de nuestra era— provocaría el olvido de la educación basada en la memoria y la oralidad. Se equivocó. El progreso es un continuum irresistible e irreversible. La raíz de las tabletas electrónicas está en la memoria escrita en las tabletas de arcilla (la de Nuzi, 200 antes de nuestra era), en el Cyperus papyrus, el pergamino, el papel. Tampoco se cumplió el agorero lamento de que la imprenta de Gutenberg acabaría con la memoria. Al preguntar a Bionte de Priene (570 antes de nuestra era) qué era difícil, dijo: sobrellevar con nobleza la decadencia. La revolución digital, lejos de hacer desaparecer la memoria, crea otras formas de leer, pensar y escribir. ¡Cuidado con el misoneísmo moderno!

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