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La radiografía sentimental de ‘Mad Men’ a través de su música

La serie ha integrado extraordinariamente la banda sonora de una época a través del relato

Don Draper besa a su hija Sally.
Don Draper besa a su hija Sally.

Hay una escena particularmente ilustrativa de la importancia de la música en Mad Men y que, además, capta la esencia de la serie. Don Draper llega a su piso de Manhattan, coge un vinilo, que observa entre incrédulo y expectante, lo pone en su tocadiscos, se quita la chaqueta y luego los zapatos y se sienta solo, con su copa en la mano, a escuchar a esos cuatro tipos de Liverpool, a los que no comprende, que vuelven locos a los jóvenes y que se hacen llamar The Beatles. Con esa capa psicodélica, de guitarras eléctricas y efectos de sitar y loops, el rock de Tomorrow Never Knows del disco Revolver inunda el piso mientras el protagonista de la serie se hunde en el sillón. Es 1966. Los Beatles ponen música a los tiempos que están cambiando y Draper termina por quitarlos a mitad de la canción. Ese hecho cotidiano, como todo lo que ocurre en la serie, guarda un profundo significado. La brecha generacional y social más importante del siglo XX de la que habla Mad Men queda canalizada a través de un momento protagonizado por una canción.

Más que en ninguna otra serie de la televisión, la música forma parte del paisaje en Mad Men, que desarrolla su relato durante la década de los sesenta norteamericanos. Tan importante como sus cuidadísimos vestuarios o decoración, tan alabados por la crítica, está el uso de la música en todas sus temporadas. No se trata solo de esas canciones que cierran un capítulo, intensificando el estado emocional final como hacen casi todas las series, sino de algo más importante: la integración de esa banda sonora de una época a través del relato, como en el caso de Don Draper escuchando el disco de los Beatles (tal vez, se podría citar en la televisión como un buen precedente Aquellos maravillosos años). No es que Mad Men suponga el homenaje musical inigualable de Tremé, en este caso a la vida sonora de la ciudad de Nueva Orleans, pero tiene un mérito muy plausible. Los creadores de la serie han mostrado una habilidad extraordinaria para empastar las canciones a la existencia de los personajes. Sus deseos, pasiones o tristezas adquieren mayor color a través de esas melodías que se entremezclan con las escenas de la forma más corriente. De repente, suenan en la radio, en un bar o alguien las canta.

Gran parte de culpa la tiene Alexandra Patsavas, quien supervisa el archivo sonoro de la serie y cuyo CV está plagado de trabajos en la pequeña pantalla como en The O.C., Anatomía de Grey o Gossip Girl. Entre otras cosas, Patsavas ha demostrado que huye de la obviedad en la selección musical de una época plagada de éxitos imperecederos y se preocupa más por incluir con agradecido tacto las canciones en un punto emocional determinado. Canciones que terminan por dibujar aún más y mejor la magnífica radiografía sentimental (y universal) que es Mad Men. En la siguiente selección, repasamos algunos de los más maravillosos momentos que ha dejado la música en la serie, que ya llega a su fin.

My Way - Frank Sinatra

Es, tal vez, el momento más emotivo y tierno de todos los filmados. Don y Peggy Olson, otra alma solitaria en ese mundo lleno de ambición profesional, se encuentran solos en la oficina de Madison Avenue. Los dos han bebido de más mientras trabajan e intentan demostrar todo el talento del que son dueños. El espectador se sumerge en la intimidad de ambos, perdidos y tristes ante una existencia, la suya, que no controlan con la precisión de sus estrategias publicitarias. Hablan de la amistad, la familia y el amor y se ve cómo se complementan y se entienden el uno al otro. Empieza a sonar la melancólica My way cantada por la voz de Sinatra, fruto de la generación que se va quedando atrás, y se ponen a bailar en silencio.

Zou Bisou Bisou - Gillian Hills

La afrancesada y elegante Megan organiza una fiesta sorpresa para Don en su 40º cumpleaños. Como regalo final, interpreta este tema de la musa adolescente de la eclosión ye-yé del cine europeo de los sesenta. Todos quedan asombrados con su estilo fascinante, incluido el propio Don, que siente cierta incomodidad con el papel desempeñado por Megan. Es un momento clave para entender que hay una parte del protagonista de Mad Men que no podrá adaptarse nunca al nuevo mundo, simbolizado en Megan.

The Twist - Chubby Checker

Esta canción fue uno de los grandes hitos musicales de 1960. Original del gran Hank Ballard, la composición que dio nombre a un estilo de baile desenfadado y contagioso fue popularizada por Chubby Checker. Durante la primera temporada, la canción suena en una máquina de discos en una fiesta en el PJ Clarke después del trabajo y representa el espacio que está solicitando a marchas la juventud norteamericana para divertirse. En la escena, Peggy Olson invita a bailar a Pete Campbell.

(I can’t get no) Satisfaction - The Rolling Stones

Una de las canciones más famosas de Sus Satánicas Majestades supo captar el desencanto de toda la generación de los sesenta con una letra sencilla y directa, impulsada por ese riff pletórico de Keith Richards. En esta ocasión, Don escucha este tema en la radio en un capítulo donde lleva una vida que no le corresponde, después de salir de un baño en el New York Athletic Club, en un intento de llevar un sano estilo de vida más sobrio y correcto al anterior. Sube el volumen del transistor y, pese a ser de otra generación y no sintonizar con esos jóvenes melenudos del rock, se queda escuchando ese “I can't get no, oh no no no… Hey hey hey, that's what I say”.

Early in the morning - Peter, Paul and Mary

Como se ha dicho en varias ocasiones, Mad Men, en realidad, es una serie que habla principalmente de las mujeres. De su papel en la nueva sociedad que se alumbra en los sesenta. En la segunda temporada, el embarazo de Peggy Olson es uno de los asuntos más tratados, ya que choca con su desarrollo profesional en la empresa. Hay una escena en la que el sacerdote John Gill le aconseja a Peggy que ofrezca a su hijo en adopción y, poco después, coge la guitarra comienza a cantar Early in the morning de Peter, Paul & Mary, el trío folk que llegó a las listas de éxito al contrario casi todo sus compañeros de escena.

This Will Be Our Year - The Zombies

Es el día de San Valentín. Don y su hija Sally han cenado juntos en un diner y su padre por primera vez en mucho tiempo es sincero con ella y, básicamente, consigo mismo. De alguna forma, Don conecta con una parte de su vida que añora y creía casi imposible recuperar. Esa parte llega, sobre todo, cuando en la última escena del capítulo, ambos están en el coche y Sally se despide de él con un simple “te quiero”. En ese momento, en la radio del coche está sonando esta canción de pop mayúsculo de The Zombies, que en 1968 crearon uno de los discos más nostálgicos y bellos del pop de todos los tiempos, Odessey and Oracle. Una arquitectura musical perfecta, anclada en una melodía radiante y una armonía vocal celestial, para capturar ese instante en el que Don se queda observando cómo su hija se va y todavía resuenan sus palabras sinceras. Para capturar, tal vez, uno de los momentos en los que Don más se acerca a la felicidad o lo que quiera que esto signifique.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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