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Krall se pasa al 'soft rock'

Diana Krall recupera composiciones de ­Eagles, Elton John, 10cc, Paul McCartney con sus armas habituales: piano y voz grave y sinuosa

Con un tema de Bob Dylan titulando el álbum, Diana Krall versiona aquí parte del cancionero que escuchó en la radio durante su adolescencia y primera juventud. Y lo hace sin temor a adentrarse en un repertorio que, generalizando, la crítica detesta aunque adora el gran público que sobrepasa la barrera de los cuarenta: el soft rock. Esa escuela de canciones suaves y de presentación aséptica que hizo las delicias de las FM desde la década de los setenta (y ahora nutre las emisoras de oldies). De este modo recupera composiciones de ­Eagles, Elton John, 10cc, Paul McCartney, The Mama’s & The Papa’s, Gilbert O’Sullivan o el mencionado Dylan, y lo hace con sus armas habituales: piano y voz grave y sinuosa en primer plano.

Detrás ha optado por recurrir a preciosistas y discretos arreglos orquestales diseñados por David Foster y rodearse de coristas de lujo como Graham Nash, Stephen Stills o Timothy B. Schmit, además de marcarse dúos vocales con Michael Bublé, Blake Mills y Bryan Adams. Grandes recursos, por tanto, para un disco ambicioso y de vocación mainstream que, pese a su perfección milimétrica, esconde alma y por momentos logra conmover y desarmar al oyente. Pero es que con estas canciones (se tenga de ellas la idea que se quiera), difícil es no ponerse de su parte. Cuando el resultado sonoro es tan delicioso, poco importa que Krall esté cada día más alejada del jazz y busque abiertamente grandes audiencias.

Wallflower. Diana Krall. Verve / Universal.

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