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¿Qué es la literatura?

¿Cómo interpretar un texto literario? ¿Importa más lo que el autor quiso decir o lo que dice el texto? Antoine Compagnon busca la respuesta sin que la teoría ahogue el sentido común

Joven leyendo en Madrid.
Joven leyendo en Madrid.Elías Amor

A responder esta pregunta (conceptualmente viciada, por lo demás) están destinados cientos de manuales que “ocupan a los profesores y tranquilizan a los estudiantes”, pero no se acercan siquiera a las proximidades de una respuesta que parezca inapelable; lo que significaría un desprestigio para cualquier otra asignatura (no haber avanzado siquiera un poco desde su fundación en el esclarecimiento del asunto que la ocupa) es lo que hace a la teoría literaria estimulantemente viva, aunque no menos irritante para quienes prefieren las respuestas a las preguntas.

Antoine Compagnon (nacido en 1950, catedrático de Literatura Francesa en la Sorbona y en la Universidad de Columbia, así como en el prestigioso Collège de France, ingeniero de caminos en sus comienzos) se enfrenta a esta indeterminación de la teoría literaria sin ningún deseo de nada inapelable, definitivo, ni siquiera novedoso. Articulando su texto en torno a siete nociones (la literatura, el autor, el mundo, el lector, el estilo, la historia y el valor), Compagnon resume las principales divergencias teóricas en torno a cada una de ellas: lo hace partiendo de la premisa de que cada uno de los aportes en la materia tiene “razón” de una forma específica; también de que el pensamiento antitético en la teoría (o A, o B) puede ser superado mediante la búsqueda de unos consensos que pongan coto a lo que llama la “radicalización autodestructiva de la teoría literaria”.

En El demonio de la teoría se encuentran las principales preguntas que se hace ésta acerca de la intención, los vínculos entre la literatura y la realidad (es decir, sobre el problema de la representación), la recepción, la lengua, la historia y el valor, así como las principales herramientas que se han propuesto para darles respuesta y son viables todavía (la teoría de la intencionalidad del autor, el método de los pasajes paralelos, el análisis estructuralista, el posestructuralismo de tipo deconstructivo, los estudios acerca de la ironía, los de la respuesta del lector, la teoría de los mundos posibles, el concepto de lector implícito, la estética de la recepción, la teoría de los géneros, la del valor, la historia de las ideas, la hermenéutica, etcétera). Asuntos como la coherencia textual, la mímesis, la intertextualidad, la imitación, la influencia, el estilo, el horizonte de expectativas y la parodia son discutidos en estas páginas, así como las figuras señeras de Aristóteles, Gustave Lanson, Walter Benjamin, Edmund Husserl, Martin Heidegger, Hans-Georg Gadamer, Wolfgang Iser, Hans-Robert Jauss, Umberto Eco, Michael Riffaterre, Gérard Genette y Mijaíl Bajtín.

Compagnon es amable con todos ellos (aunque no con Roland Barthes) y, lo más curioso de todo, se propone devolver el “sentido común” a la teoría literaria mediante modelos de complementariedad de sus tesis. Así, por ejemplo, en relación al problema de la intencionalidad (¿Cómo interpretar un texto literario? ¿En virtud de qué criterios? ¿El de lo que el autor quiso decirnos o el de lo que el texto nos dice efectivamente? ¿Qué importa más? ¿El texto o el autor?), Compagnon propone una solución integradora en el marco de la cual se pueden estudiar las intenciones del autor teniendo en cuenta “el contexto contemporáneo del lector” si se considera que “la intención no es el propósito, sino el sentido buscado” por el autor. Parece poca cosa (y en algún sentido lo es), pero supone desarticular la polémica entre objetivismo y subjetivismo en la que la teoría literaria se encuentra atascada desde hace décadas.

Al autor francés no le interesa la teoría literaria “por su aspecto teórico o teológico, ni por su aspecto práctico o pedagógico”, sino “por la lucha feroz y estimulante que ha entablado contra los prejuicios en los estudios literarios, y por la resistencia también feroz que los prejuicios le han opuesto”. El demonio de la teoría no dice al lector especializado nada que este no sepa, pero tampoco disuade al lector que no lo es ni acerca de la importancia de la teoría literaria ni sobre la necesidad de batallar contra los prejuicios: su valor reside en esto, y en proponer a ambos tipos de lector lo más parecido a un ámbito para el diálogo.

El demonio de la teoría. Literatura y sentido común. Antoine Compagnon. Traducción de Manuel Arranz. Acantilado. Barcelona, 2015. 346 páginas. 24 euros.

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