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OBITUARIO

Abderrahman al Abnudi, un poeta que inspiró a las masas

Reflejó en su obra, a veces lírica, a veces política, los episodios más trágicos de la historia reciente de Egipto

Abderrahman al Abnudi, en mayo de 2002
Abderrahman al Abnudi, en mayo de 2002Khaled Desouki (AFP)

Poco más de dos años después de la muerte de Ahmed Fouad Negm, Egipto ha perdido su otro gran poeta del último medio siglo: Abderrahman al Abnudi. A pesar de utilizar el dialecto egipcio, su fama traspasó las fronteras de su país y era admirado en todo el mundo árabe. Su poesía era famosa en todos los estratos de la sociedad gracias, en parte, a que algunos de los cantantes árabes más famosos, como Abdel-Halim Hafez, Sabah y Mohamed Munir, pusieron música a sus versos. Tras padecer un estado de salud delicado durante los últimos años, falleció el pasado martes en la ciudad de Ismailía a los 76 años.

Al Abnudi nació en el seno de una familia religiosa en la provincia sureña de Qena. Su familia le introdujo a una corta edad al rico folclore del país. Su vivienda contaba con una amplia biblioteca, y tanto su madre como su tía le enseñaron a cantar y recitar los poemas y canciones tradicionales. Siendo todavía un muchacho se trasladó a la capital con el objetivo de afinar su arte y ganarse la vida. Solo abandonaría El Cairo en sus últimos años de vida, escapando de la densa polución que tanto dañaba sus pulmones.

Además de temas clásicos como el amor, o las penalidades de la vida rural, el poeta reflejó en sus versos los episodios más trágicos de la atribulada historia reciente de Egipto. Su poema sobre la debacle en la Guerra de los Seis Dias contra Israel (1967), titulado Ada al-nahar, es uno de los más recordados. Escrito pocos días después del fin de las hostilidades, Abdel-Halim Hafez lo convirtió en una canción que todavía hoy es uno de los principales himnos patrióticos del país.

Sin pelos en la lengua, fue encarcelado durante el periodo del presidente Gamal Abdel Nasser, y sufrió también el acoso de las autoridades bajo la presidencia de su sucesor, Anuar el Sadat, lo que le obligó a exiliarse durante varios años a Londres y Túnez. Volvió a Egipto con Hosni Mubarak, pero nunca renunció a criticar la tiranía, siendo uno de los primeros intelectuales en apoyar la revolución de 2011. No obstante, su apoyo al golpe de Estado del general Sisi fue muy controvertido entre sus más jóvenes admiradores.

Más allá de sus versos, uno de sus más importantes logros fue atesorar los poemas que narran la historia de los Bani Hilal, una de las mayores confederaciones de tribus de la península Arábiga, que emigró a Egipto y el Magreb en el siglo XX. La colección, editada durante su estancia en Túnez, cuenta con cinco volúmenes y se titula Sirat Bani Hilal, (la biografía de Bani Hilal). Le han sobrevivido su esposa Nehal Kamal, una presentadora de televisión, y sus hijas Ara y Nur.

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