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Asados a la parrilla (televisiva)

Comedy Central intenta consolidar en España un formato centenario: el ‘roast’

Tom C. Avendaño
Santiago Segura (en el centro) con todos los invitados a su 'roast'
Santiago Segura (en el centro) con todos los invitados a su 'roast'

Comedy Central emite estos días la aparición televisiva más sonada de Justin Bieber en años, aquella en la que el personaje de imagen más blindada del mundo se sentó en un plató para ser cruelmente insultado en prime time durante hora y media: “Admítelo de una vez: a ti te gustaría ser negro. ¿Pero cuál sería tu nombre de rapero? ¿Feminem?”, le dijo uno de los cómicos responsables de las burlas. De las pocas bromas publicables de aquella velada, esa sería una. Otra: “A tus fans se les llama beliebers porque estos días se considera políticamente incorrecto el término retrasados”. El resto probablemente ni admitiría una reproducción por escrito.

Si lo de invitar a un famoso a un plató para baldonarlo suena marciano a oídos españoles es porque aquí no es tan conocido este centenario formato estadounidense. Se llama roast, que mezcla el sustantivo toast (“brindis”, “homenaje”) con el verbo roast (“asar”, pero también “criticar severamente”) y nació junto al siglo XX en los teatros de Nueva York. Consiste en que varios cómicos le reprochen verdades en formato de broma a un personaje que, al final, se venga dedicándoles un monólogo lacerante. En su versión más suave, es lo que se le hace al presidente de EE UU en la llamada cena de corresponsales. En la más cafre, es desde hace 14 años la joya de la corona del canal Comedy Central, que cada temporada produce un roast con celebridades cada vez más intocables, de Hugh Hefner y Pamela Anderson al principio a Donald Trump y James Franco hoy.

El de Justin Bieber, estrenado el 30 de marzo en EE UU, ha traído un soplo de aire fresco: en su estreno en España, el 1 de abril, fue el roast más visto: 39.328 espectadores, según datos de la cadena. Una subida de un 309% para su franja de audiencia del último mes. “Está claro que Justin Bieber tiene tirón, pero también creo que el formato se va conociendo”, apunta Cristina Alcelay, directora del canal.

Santiago Segura centró la primera apuesta exitosa de importar el género

El año pasado, el canal produjo un roast a Santiago Segura, el primer intento exitoso de importar el género tras los muchísimos que en los últimos años han protagonizado varios cómicos españoles. “Llevamos años intentándolo y siempre se nos ha dicho que no, que nadie quiere ser roasteado en España”, recuerda Antonio Castelo, quien antes de presentar el programa Antonio Castelo domina el mundo en la SER desarrollaba productos cómicos en televisión. “Tenemos muchísimo potencial: imagínate un roast con Jordi Hurtado, o con Belén Esteban, o con el presidente del Madrid…”.

Los motivos pasan, como siempre en comedia, por la cultura. “Vista desde España, resulta sorprendente la capacidad de los estadounidenses de reírse de sí mismos. Allí se entiende que no hay publicidad mala”, dice Tomás Silberman, coordinador de guiones en Central de cómicos. “Supongo que tiene que ver con que España sea tradicionalmente un país dividido en dos bandos. Cada uno está demasiado centrado en el otro y reírse de sí mismo se percibe como un gesto de debilidad, cuando en realidad es lo contrario”.

Después de que tantas voces hayan clamado por importar el roast, quizá ninguna tan conocida como la de El Gran Wyoming, parece que el momento ha llegado. La intentona más reciente fue la que más cerca estuvo de cuajar: en 2013, el equipo de guionistas de Doce monos casi logra hacerle un roast a Mercedes Milá. “Su agente se puso un poco nerviosa al ver la propuesta. En el papel, solo ponía: personas que se insultan”, explica Tomás Fuentes, uno de ellos. “Pero hay que decir que lo entendió, se interesó, y entonces le tocó preparar Gran hermano 15”.

En mayo, Comedy Central España emitirá el segundo roast de la historia nacional, con un personaje aún secreto. Será que Internet ha popularizado la sensibilidad estadounidense. O que la nueva generación de cómicos patrios es más reconocible. “Igual en España a la gente famosa le ha costado desnudarse frente al público, pero cada vez se hace más; el reírse de uno mismo, el hacer comedia”, concluye Alcelay.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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