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La pena convertida en arte narrativo

Nuria Barrios ha acudido a la mejor tradición de la literatura realista cuando se incrustan entre sus leyes con impecable precisión el humor

J. Ernesto Ayala-Dip

Tengo en mente el primer libro de cuentos que publicó Nuria Barrios (Amores patológicos) y no me olvido de los reparos que le puse en su momento en estas mismas páginas. Han transcurrido casi dos décadas y ahora me encuentro con su último libro de relatos, Ocho centímetros, 11 piezas irreprochables. Un libro donde Nuria Barrios no da la más mínima oportunidad para ponerle ni un solo reparo. En el medio ha habido otros libros suyos, entre los que destacaría el volumen de cuentos El zoo sentimental (2000) y la novela El alfabeto de los pájaros (2011).

Los primeros cinco relatos de Ocho centímetros, menos uno que está en el medio, orbitan sobre un mismo eje temático. La droga, la miseria material y su devastador impacto en las personas que las sufren. Dicho así parece que estuviera hablando de una literatura de denuncia social. O como mínimo, de material narrativo para una reflexión sociológica. Nada más lejos de ello se plantea en este libro. Nuria Barrios ha acudido a la mejor tradición de la literatura realista cuando se incrustan entre sus leyes con impecable precisión el humor, un depurado sentido de la invención y distintas formas del dolor inconsolable. El mundo de la droga, con sus camellos y consumidores, con sus territorios intransitables, con sus lastimosas víctimas y sus efectos colaterales, todo ello gravita sobre la escritura de Barrios como un material humano de insondable pena que solo la escritura, como una luz consoladora, puede devolvernos transformada en arte narrativo.

La drogadicción (sobre todo en los hijos de las capas altas de la sociedad), la intervención de la etnia gitana en los trapicheos de ese submundo, Nuria Barrios los trata con esa necesaria distancia que temas tan sensibles exigen. Es decir, no hay demagogia, ni sensiblería, ni lágrima fácil. La relación entre gitanos y payos, cuestión que afecta a las primeras cinco historias, la salda nuestra autora con un inteligente laconismo: “Pertenecían a dos mundos diferentes y recelosos”. Esas cinco historias, que transcurren como si se tratara de una sola secuencia argumental con distintos ritmos emocionales, con distintas variaciones sobre un mismo tema, nos enseñan a unos seres sin brújula existencial como antesala a su posterior falta de brújula ética. Pero no hay juicios morales. Solo la impotencia para corregir lo ya incorregible y el lento suicidio en vida.

Quedan por fin, entre otros, dos relatos que giran alrededor de la muerte: ‘Danny Boy’ y ‘El limbo’. Los dos, con distintos registros en su tono, son metáforas sobre la muerte de un ser querido. Los dos a cada cual más conmovedores. ‘El limbo’ es la historia que esconde una segunda historia, que enunciaba Piglia. La de la inconsolable pérdida, es la esencial.

Nuria Barrios ha escrito su mejor libro. Y uno de los mejores libros de cuentos que leí en mucho tiempo.

Ocho centímetros. Nuria Barrios. Páginas de Espuma, 2015. 184 páginas. 15 euros.

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