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CARTAS A BABELIA

Sobre la exhibición de dos mendigos en un museo

He visitado el museo de la ciudad sueca Malmö. En una sala había dos mendigos como obra de arte. Un lisiado con muleta sentado en un cubo, con zapatos viejos a un lado, y una gitana rumana embarazada, con un cartón pedigüeño y una intrigante sonrisa leonardesca, separados por un simulacro de camilla sanitaria sin asas. Turbado, con desasosiego poséxtasis, me ahogan un laberinto de preguntas : ¿puedo o no hacer fotos? ¿Con flas o sin flas? ¿Y darles limosna? ¿Se les puede preguntar? Si te hablan, ¿puedes conversar con los pobres? ¿Se pueden levantar para ir a los aseos? ¿Pueden comer mientras se exponen? Otro enigma. ¿Deben los escolares suecos visitar a los pobres en el museo? ¿Qué comentarios harán en el catálogo de la exposición sobre el mendigo-obra de arte profesores y críticos de historia del arte pedantes y diletantes? No lo sé, pero ante este zoo humano, como dice Jorge Wagensberg, preguntar es rebelarse, responder es adaptarse.

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