Indefinición natural
“Mao [Zedong] dice que para enfrentarse mejor al enemigo antes hay que conocerlo bien”. La frase, textual en la película, resume bien el espíritu de El último lobo, nueva aproximación del francés Jean-Jacques Annaud al cine de aventuras con animal como protagonista, casi tres décadas después de la sustancial El oso(1988), esta vez ambientada en la China de finales de los años sesenta. Una obra filmada en tres dimensiones, con un larguísimo proceso de preproducción y de rodaje, que solo funciona en la segunda mitad de su relato, cuando la dureza y el drama se imponen sobre la languidez de su planteamiento.
EL ÚLTIMO LOBO
Dirección: Jean-Jacques Annaud.
Intérpretes: Feng Shaofeng, Dou Shawn, Ragchaa Ankhnyam, Yin Zhusheng.
Género: drama. China, 2015.
Duración: 121 minutos.
Basada en un best seller escrito por su principal personaje, un joven estudiante de Pekín enviado a vivir entre los pastores nómadas de la Mongolia Interior que acabará intentando estudiar a su oponente, el lobo, la película adolece de esa indefinición de ciertas producciones de base natural, cercanas al documental y con algún esporádico momento espectacular, pero a las que se añaden unas gotas de historias personales que, o entran a capón y a destiempo, como el relato de amor, o quedan en mero apunte superficial para crear contexto, caso de la trama política.