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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Eugenio de Mora cortó una oreja de mucho peso y ‘resucitó’ en Las Ventas

Vïctor Barrio dio una vuelta al ruedo y Pepe Moral se encontró con un lote infumable

Antonio Lorca
El diestro Pepe Moral con su primero de la tarde durante el tradicional festejo del Domingo de Resurrección, en la plaza de toros de Las Ventas.
El diestro Pepe Moral con su primero de la tarde durante el tradicional festejo del Domingo de Resurrección, en la plaza de toros de Las Ventas.Emilio Naranjo (efe)

El diestro Eugenio de Mora cortó ayer una oreja de mucho peso en la corrida del Domingo de Resurrección en la plaza de Las Ventas gracias a una faena en la que reverdeció laureles; Víctor Barrio rayó también a buen nivel frente al sexto, mientras que Pepe Moral quedó inédito con el peor lote, según informa la agencia Efe.

Con más de media entrada en los tendidos, se lidiaron tres toros -primero, cuarto y quinto- de Martín Lorca, y otros tres -segundo, tercero y sexto- de Escribano Martín, de desiguales hechuras y remates, y deslucidos en general por su manifiesta falta de raza y de clase. La excepción fue el cuarto, bravo y con buen fondo, ovacionado en el arrastre.

Eugenio de Mora: pinchazo y estocada trasera (ovación tras aviso); y estocada baja (oreja tras aviso).

Pepe Moral: gran estocada (ovación); y estocada (silencio).

Víctor Barrio: estocada caída y atravesada (palmas); y estocada atravesada y dos descabellos (vuelta al ruedo tras petición).

No existe mejor día en el calendario que un Domingo de Resurrección para renacer, taurinamente hablando, y demostrar que cuando se lleva el toreo bueno dentro no se olvida nunca por muchos años que pasen en el ostracismo.

Eugenio de Mora resucitó ayer en Madrid, y no sólo porque cuajara al único toro con opciones de un deslucido encierro de Martín Lorca, al que cortó una oreja, sino porque volvió a mostrar el concepto que enamoró a finales de los 90 y que reverdeció laureles en la misma plaza que le encumbró hace ya 20 años.

La obra del experimentado matador toledano aconteció en el cuarto toro, un ejemplar bravo y con muy buen fondo, que, además, transmitió mucho por la codicia y humillación que demostró en las telas de un De Mora que inició faena de rodillas, corriendo la mano como si estuviera de pie.

Fue el principio de una importante labor, que tuvo su punto y seguido en varias tandas por el pitón derecho citando de largo y con la muleta adelantada, ligando los pases a base de quietud y mucho aplomo, todo por abajo, con ritmo y torería en los remates.

Al natural hubo más enjundia si cabe, pues por ahí el toro tuvo más profundidad, y aquí De Mora también llegó a abandonarse por momentos, recetando algún pase con la verticalidad y el relajo tan característico en él. Agarró una estocada a la primera que le puso en sus manos una oreja que debería servirle para su temporada.

Su primero, en cambio, fue un toro que desarrolló muchas asperezas. De Mora porfió mucho con él, y, aunque anduvo un poco acelerado para aprovechar las pocas arrancadas del astado, la apuesta fue sincera para lograr imponerse a las circunstancias.

Pepe Moral no tuvo tela que cortar en su primera faena ante un toro falto de clase y de fondo. El sevillano gustó en el saludo a la verónica y poco más se le puede anotar, pues el astado apenas tuvo dos embestidas. La estocada, eso sí, de manual por ejecución y definición. El quinto fue un buey de carreta, remiso a cualquier afrenta de un Pepe Moral muy insistente, tanto que cierto sector del tendido le apremió para que abreviara ante la nula colaboración del astado.

Víctor Barrio pasó un trago en el recibo por tafalleras a su primero desde el centro del platillo. El toro se le vino cruzado y a punto estuvo de echarle mano, rehaciéndose después el torero con tres improvisados delantales y un garboso galleo por chicuelinas.

Estos fueron los únicos momentos destacables de la primera labor de Barrio, pues el astado, muy renqueante de los cuartos traseros, apenas se mantuvo en pie en la muleta, derrumbándose ya en las mismas probaturas.

El sexto fue un toro manso que durante toda la lidia marcó siempre la querencia, y ahí, entre las dos rayas, cuajó Barrio una faena muy meritoria por lo bien que supo exprimir al animal, aprovechando siempre la inercia de sus dubitativos viajes para diseñar una labor de alto nivel sobre todo en el toreo a derechas. Pudo haber cortado una oreja si no llega a fallar a espadas, pero la vuelta al ruedo que dio tuvo su peso en oro.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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