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El Patronato de Altamira abre la cueva a visitas controladas

El último informe encargado por el Ministerio de Cultura aseguraba que la presencia humana no afecta a las pinturas. Las visitas han provocado protestas de expertos

Guillermo Altares
Imagen de la cueva de Altamira.
Imagen de la cueva de Altamira.

La Cueva de Altamira, patrimonio de la Humanidad de la Unesco y uno de los monumentos prehistóricos más importantes del mundo, podrá recibir visitas, controladas y muy reguladas, de forma indefinida mientras no se aprecie que afectan a la cueva. Su Patronato, reunido desde las cinco de la tarde en Santander, anunció que una vez a la semana, y por sorteo, cinco personas podrán entrar en la cueva durante 37 minutos, acompañados por dos guías. Durante el último año, dentro de un programa experimental, se ha mantenido este régimen de visitas para comprobar los efectos de la presencia humana sobre las pinturas. A partir de ahora, ya no formarán parte de un experimento: por sorteo, y durante unos minutos, los bisontes serán públicos pese a las protestas de numerosos expertos en Prehistoria.

Altamira, situada en el norte de España cerca de la localidad de Santillana del Mar, se ha convertido esta tarde en la única cueva prehistórica decorada de esa importancia abierta al turismo en Europa. El primer grupo de cinco personas entrará el primer viernes después de Semana Santa, el 10 de abril.

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Las conclusiones de un plan de conservación preventiva encargado por el Ministerio en los últimos dos años y dirigido por el francés Gael de Guichen indicaban que la presencia de visitantes en la cueva no afecta a las pinturas y que el proceso de deterioro que sufre el monumento se debe a causas naturales. Para la elaboración de este informe se llevó a cabo durante un año, a partir de febrero de 2014, un programa de visitas experimentales para medir el impacto sobre la cueva. En total han entrado 250 personas.

Sin embargo, un estudio anterior del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), elaborado durante doce años bajo la dirección de dos de los mejores expertos en cuevas con pinturas parietales del mundo, Sergio Sánchez-Moral y Cesáreo Saiz-Jiménez, establecía que la presencia humana dañaba irremediablemente las pinturas. "Cualquier umbral de riesgo se ha superado" afirmaba sobre la presencia humana en la cueva. Según este trabajo, que pese a haber sido entregado en 2009 sólo está disponible en la web del Ministerio desde el pasado lunes, el mayor peligro eran microorganismos fotótrofos, que se alimentan de la luz.

Las pinturas de Altamira, que tienen unos 18.000 años de antigüedad y fueron descubiertas en 1879, sólo pueden compararse en importancia a dos cuevas del sur de Francia, Lascaux y Chauvet, donde transcurre el documental La cueva de los sueños olvidados. Las tres son patrimonio de la Humanidad de la Unesco y las tres tienen reproducciones exactas para que puedan ser visitas –la de Chauvet será presentada al público a principios de abril–. Las cuevas francesas están cerradas a cal y canto, Lascaux porque las pinturas sufrieron una crisis tan grave que estuvieron a punto de perderse y Chauvet, descubierta muy recientemente, en 1994, porque no llegó a estar nunca abierta al público.

El Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense envió en enero una carta a la Unesco extremadamente crítica con la gestión de la cueva, en la que aseguraba que “que el nuevo Programa del Ministerio de Cultura de España, un plan que incluye la apertura de la cueva a los visitantes, plantea cuestiones importantes de la conservación y pone en peligro un legado frágil de suma importancia para la comprensión de la sociedad paleolítica”. La misiva, firmada por 17 profesores, ha recibido el apoyo del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que agrupa casi 70 investigadores. "España tiene la obligación de estudiar científicamente la cueva para difundir los conocimientos adquiridos en este tipo de estudios y para preservar este patrimonio para las generaciones futuras", prosigue la carta, disponible en Internet en la web del Departamento.

La Unesco respondió la semana pasada a esta carta y asegura que “seguirá el asunto de cerca”, según indicaron fuentes del Centro del Patrimonio Mundial.

El Ministerio de Cultura respondió el pasado martes a la carta de los historiadores con una misiva enviada al español Alfredo Pérez de Armiñán, director general adjunto de la Unesco, en la que asegura que "el programa de conservación preventiva ha ampliado enormemente el conocimiento de la cueva y los procesos que se desarrollan en ella". "Fruto de estos estudios es la constatación de que el mayor riesgo y la principal causa de deterioro de las pinturas rupestres no son, como se pensaba antes, la presencia humana o la actividad microbiológica, sino el lavado de la superficie de las pinturas por el agua que continuamente gotea en el interior de la cueva", prosigue la carta enviada a la Unesco. 

El Ministerio concluye en su comunicación a la Unesco: "A partir de los datos obtenidos en un ciclo completo de un año, la Comisión de seguimiento del Plan de Conservación preventiva ha considerado que la visita de público controlada y limitada es compatible con la conservación de la cueva". "Se trata tan sólo de que una pequeña parte del tiempo admisible de acceso a la cueva sea destinada a los ciudadanos, aunque preservando la mayor parte para conservadores e investigadores", continúa el texto.

El presidente de Cantabria, Ignacio Diego, consideró el pasado sábado la carta del Departamento de Prehistoria una "opinión" y aseguró que era "irrespetuosa" con los investigadores que habían elaborado el plan de conservación preventiva.

La mayoría de los expertos en Prehistoria del mundo consideran que es muy peligroso abrir las cuevas porque pueden desencadenarse procesos de deterioro sólo visibles al cabo de muchos años, como ocurrió en Lascaux. El investigador Lawrence Guy Straus, catedrático del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Nuevo México y director del Journal of Anthropological Research, que recibió en 2012 un homenaje de la Sociedad de Prehistoria de Cantabria y no ha participado en ninguno de los dos informes, afirmó en una conversación reciente con este diario que “sobre Altamira hay siempre polémica por las visitas y los cierres”. “No creo que sea conveniente para la conservación de la cueva abrirla al público. Es una herencia única que tiene más de 14.000 años. Cuanto más se hable de abrir y más se abra, más presión pública habrá para abrir más y más. Hay que aprender de las lecciones del pasado. Las cuevas con arte paleolítico son muy frágiles y hay que ser muy conservadores en su gestión. Por esto hay una excelente replica de Altamira”.

El Patronato del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira está integrado por representantes del Ministerio de Cultura (en este caso, el secretario de Estado José María Lassalle), el Gobierno autónomo de Cantabria (el presidente Ignacio Diego), así como del Ayuntamiento de Santillana. También están presentes los rectores de la Universidad de Cantabria y de la Menéndez Pelayo, el director del Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (MUPAC) y el Consejero de Cultura de Cantabria. La sesión empezó con un minuto de silencio por las víctimas del accidente del A320 en los Alpes. 

En la sesión de esta tarde también se eligieron dos nuevos patronos, en sustitución del fallecido banquero Emilio Botín, que formaba parte de la institución. Se trata de Javier Botín y Ana Patricia Botín.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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