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“El dios del dinero tiene hoy un astigmatismo recalcitrante”

Javier Gurruchaga hace doblete en Pluto, una sátira sobre el injusto reparto de la riqueza escrita por Aristófanes hace 25 siglos y, sin embargo, “tan actual como entonces”

Jorge Morla
Javier Gurruchaga en un camerino del teatro La Latina.
Javier Gurruchaga en un camerino del teatro La Latina.Samuel Sánchez

Los teatros tienen por la mañana una calma que enmascara las tempestades que se desatan en sus tarimas por la noche, y el de La Latina en Madrid tiene además una luz como de invernadero que parece esconderlo del barrio que lo rodea. Javier Gurruchaga recibe de negro, con gafas verdosas y gorra oscura, muy a juego con lo que piensa sobre la actualidad. “Vivimos días oscuros”. Toda una declaración de intenciones.

En La Latina se representa Pluto, de Aristófanes, la historia de una utopía: la del reparto justo de la riqueza, escrita hace 25 siglos y, sin embargo, “tan actual como el día en que se estrenó”. En ella Gurruchaga hace doblete: interpreta a la diosa Pobreza y al dios Dinero, que da nombre a la obra y que se pasea ciego por entre la clase dominante de Atenas, desnudando sus vicios y denunciando las injusticias. “Al recuperar la vista, Pluto descubre que no le gusta lo que ve. Por eso intenta arreglar las cosas”, cuenta. “Como tampoco le gustaría lo que vería ahora. Corrupción a espuertas en la clase dirigente, una tremenda desigualdad social y la pobreza, que crece cada día”, denuncia Gurruchaga. “Nos separan 25 siglos, pero parecen 25 minutos. Hay cosas que nunca cambian”.

Quiere el destino que mientras tiene lugar esta conversación, a escasos cien metros del teatro se esté produciendo un desahucio en la calle de Toledo, que permanece cortada por varios furgones de la policía nacional. Veinte familias realojadas por la PAH se quedaron en la calle ese día; entre ellas, 13 niños. “Hoy el dios del dinero no sé si está ciego, pero es innegable que sufre de un astigmatismo recalcitrante”, dice Gurruchaga al conocer la noticia, con una mueca torcida como si fuera algo personal, como si vestir las ropas del personaje sobre las tablas le hiciera compartir responsabilidades en el mundo real. “Ahora surgen partidos llamados Podemos, Ganemos… Espero que caigan las máscaras y salga un partido llamado Robemos, al menos serían sinceros”, añade con una sonrisa torcida.

“Aristófanes tuvo que esquivar a la censura de entonces para que aplaudieran lo que en realidad era una crítica despiadada a la clase dirigente de Grecia”, dice Gurruchaga, y añade sardónico: “¡Precisamente Grecia, donde hoy ocurre de nuevo todo lo que denuncia la obra!”. El texto de este Pluto, estrenado en Madrid esta pasada semana, es versionado por Emilio Hernández, y junto a Gurruchaga están sobre las tablas, hasta el 3 de mayo, nombres como Marisol Ayuso, Marcial Álvarez o Jorge Roelas.

Al gran reparto de actores y a la dirección de Magüi Mira se han sumado al proyecto el letrista Juan Mari Montes, que escribió unas canciones (ocho, que recorren todo el montaje) a las que han puesto música Marco Rasa y el propio Gurrruchaga, que también pone la voz, claro. Un apunte más en todo este luminoso plantel, del vestuario se ha encargado el diseñador Lorenzo Caprile.

Músico, actor de cine y teatro, showman, presentador, actor de doblaje, confiesa sentirse igual de cómodo en todas esas facetas. “En la música estoy muy a gusto, pero está claro que es un arte que te limita. Yo no puedo cantar copla, por ejemplo. En teatro es distinto. Puedes bucear en otras psicologías, ser otras personas. Es un juego a lo Jekyll y Hyde muy es­timulante”. Dr. Jeckyll y Ms. Hyde en este caso, donde la sibilina Pobreza conspira y el tímido Dinero solo quiere repartirse con más justicia.

“No soy alguien anclado en el pasado”, confiesa quien lleva desde 1976 (cuando fundó la Orquesta Mondragón) subido a un escenario de una forma u otra. “Está claro que hay cierta nostalgia hacia el CD, hacia el vinilo, pero hoy surgen cosas estupendas, como una Lady Gaga completamente actual, que de repente saca un disco maravilloso a dúo con Tony Ben­nett”, cuenta. “Hay cierta interacción entre el ayer y el hoy. Eso es fantástico. Vivimos tiempos eclécticos”. •

Cuestión de gustos

1. ¿En qué obra se quedaría a vivir? En Ser o no ser, la película de Ernst Lubitsch. La vi muy pequeño, con 13 años o así, y me fascinó su juego de metateatro, de metacine.

2. ¿A qué artista de todos los tiempos invitaría a cenar? Pues a Mick Jagger, por ejemplo, es alguien del que seguro se puede aprender mucho.

3. ¿Qué encargo no aceptaría jamás? Sin duda, dar el tiempo. O presentar la lotería.

4. ¿Qué obra o película no pudo terminar? Procuro verlas enteras siempre. Ahora me viene a la cabeza una película de Jim Carrey. El tipo me encanta, de verdad, pero la película era mala de solemnidad.

5. ¿Qué hizo el último fin de semana? Zambullirme en el último disco de Bob Dylan y en los cuentos de Juan Rulfo.

6. ¿Qué está sobrevalorado en esta sociedad? El culto al dinero. Más que al dinero, a las cosas ampulosas, al chalet y al barco. El dinero es hoy como el becerro de oro, aleja de la realidad.

7 ¿A quién le daría un premio? Sin duda alguna, a mi madre. Y no tardaría tanto como el Oscar a Chaplin.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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