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“Sigue siendo el gran maestro de las pasiones”

Entrevista con Lorne Campbell y Jose Juan Pérez Preciado, comisarios de la exposición

'Tríptico de Miraflores', de Van der Weyden.
'Tríptico de Miraflores', de Van der Weyden.

El historiador Lorne Campbell (Stirling, Escocia,1946) es uno de los mayores expertos mundiales en pintura flamenca. Sobre Rogier van der Weyden (h. 1399-1464) trató su tesis doctoral y desde entonces son casi incontables las publicaciones que ha dedicado al gran maestro de las pasiones, como él mismo le definió en uno de sus libros más conocidos. Junto a Jose Juan Pérez Preciado (Madrid, 1973), conservador en el departamento de Pintura flamenca y Escuelas del Norte del Prado, ha comisariado la exposición temporal más esperada en el museo titulada sencillamente Rogier van der Weyden.

Pregunta: ¿Por qué es tan importante esta exposición?

Respuesta: Porque van der Weyden es uno de los artistas más influyentes de la historia y el mejor de todos los tiempos. Su forma de retratar la emoción y la sensualidad han inspirado a sucesivas generaciones de pintores y porque en esta exposición, en la que se pueden ver veinte obras hay tres tablas esenciales que nunca se habían reunido hasta ahora: El Descendimiento de la Cruz (hacia 1435, pieza esencial en el recorrido por El Prado) el Tríptico de Miraflores (1445, prestada por la Gemaldegalerie de Berlín) y El Calvario (Hacia 1456-1460), propiedad de Patrimonio Nacional). Nunca se habían podido ver juntas y será muy difícil que vuelva a ocurrir.

P. En el monumental estudio publicado a propósito de la exposición antológica celebrada en Lovaina (Bélgica) en 2009, en uno de los textos se le define como El Gran maestro de las pasiones, ¿Es ese su rasgo más definitorio?

R. La emoción es esencial en su obra. Toda la composición está proyectada para que afloren los sentimientos del espectador. Analicemos el caso de El Calvario, una tabla de 325 x 192, su última obra realizada por puro afán experimentador ya que nadie se la había encargado y por tanto no trata con ella de agradar a ningún cliente. Solo a sí mismo. Aquí está su juego con la escultura, su ambigüedad, el blanco de los tejidos que dan la impresión de estar hechos de escayola y sobre todo, la placidez y belleza de los rostros. Pese al sufrimiento del momento que se relata, no hay descomposición gestual. Las lágrimas o las gotas de sangre resbalan sobre rostros bellísimos. Tanto en Jesucristo como en la Virgen o en San Juan.

P. ¿Utilizaba modelos o inventaba los personajes?

R. Utilizaba modelos.

P. ¿Qué obra se conserva de van der Weyden?

R. Muy poco. Por eso es tan difícil mostrar una exposición como ésta. Además de los retablos, pintó retratos, esculpió, hizo tapices. Puede decirse que tenía en su cabeza el concepto total de arte, de manera que intervino en muchas cosas. Pero las guerras y la luchas religiosas se llevaron por delante la mayor parte de su obra. Puede que se conserven unas 20 piezas maestras suyas en todo el mundo, pese a haber sido un artista muy productivo.

P. ¿Era una persona de profundas convicciones religiosas?

R. No se puede asegurar porque la Iglesia era su mayor cliente. Lo que sí sabemos es que fue muy amigo del cardenal Jan Jouffroy, prelado al servicio del duque de Borgoña, de quien van der Weyden fue pintor oficial.

P. Tampoco conocemos muchos detalles personales del artista, al margen de que su nombre original era Roger de la Pasture, que era hijo de un fabricante de cuchillos y que pasados los 30 años consolidó su posición social y prestigio hasta lograr que las grandes cortes europeas estuvieran adornadas con obras suyas, tal como dijo su protector, el cardenal Jouffroy.

R. Casi toda la documentación se ha perdido. Son muy pocos los papeles que remiten a detalles familiares. Por algunas referencias se sabe que era un hombre altivo, seguro de sí mismo y puede que arrogante. No debe extrañar porque de no haber tenido una fuerte personalidad, no hubiera salido adelante.

P. ¿Llegó a autoretratarse en alguna de sus obras?

R. Nos consta que sí, como personaje de una de sus obras fundamentales, pero que desapareció, aunque afortunadamente habia sido copiada en un tapiz que si se conserva. Gracias a ello conocemos sus facciones.

P. ¿Trabajaba en solitario o con ayudantes?

R. Cuando la demanda de su obra aumentó, se hizo ayudar por otras personas, algo obligado en sus piezas más monumentales. En Bruselas tenía taller y, como era costumbre entre los pintores, hacías versiones a partir de un mismo original, sin que muchas veces se pueda determinar el grado de intervención directa de la mano del artista. Otras veces esa autoría está clara, y aquí mostramos algunas obras de artistas de su taller o que siguieron su escuela.

P. ¿Cuál fue su relación con España? ¿Viajó a la península?

R. Creemos que no. Nunca. Pero su obra se conocía, se admiraba y se copiaba. Con él, a la vez que en Italia, el Renacimiento surge en los Paises Bajos. Era un intelectual de primer orden cuya obra tuvo un fuerte impacto en la península Ibérica. por ejemplo, Isabel la Católica encargó a Juan de Flandes, su pintor oficial, una copia del Tríptico de Miraflores para que adornara la capilla Real de Granada, donde está enterrada junto al rey Fernando. Una de las tablas del tríptico, propiedad del Metropolitan de Nueva York, ha sido prestado para la exposición. Isabel de Portugal, fue una de sus grandes mecenas. Además de retratos, financió uno de los encargos más importantes del artista, un retablo para el Monasterio de Santa María de la Victoria, que fue enviado a Lisboa en 1445 pero que, desgraciadamente desapareció. De él se conserva un dibujo integrado en la exposición.

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