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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Decir no

Carlos Boyero

De acuerdo, la imagen de determinadas masacres colectivas no es light. Constatas el número de muertos, casi todos civiles, y te solidarizas con Neruda cuando escribió: “Sucede que me canso de ser hombre”. Deduzco que también mujer, de pertenecer al género humano, la raza más depredadora del mundo animal. Animales racionales, aseguran.

Los datos confirman que en Hiroshima y Nagasaki la bomba atómica envió a criar malvas a 200.000 personas. En un segundo, sin sadismo alargado, con el sagrado fin de que Japón se rindiera y evitar que la carnicería de la guerra se prolongara. E imagino que los bombazos de los hijos de Yahvé a los infames vecinos palestinos en esa guerra tan salvajemente desigual (mil por uno, según la ley del Talión) se producen de forma rápida, que casi no te enteras de que te han largado al otro mundo o a la nada. Lo que transmiten esas ejecuciones aceleradas no lo relacionamos con Auschwitz, con la tortura prolongada de infinitos seres inocentes antes de ir al matadero.

Pero estamos siendo testigos de la visualización demorada del horror, practicado a veces por niños que tienen claro que degollar al desarmado infiel es algo que tu dios bendecirá. Son críos con el cerebro lavado en una época de su vida en la que lo normal sería jugar, soñar o darse un avergonzado piquito con la niña de sus sueños. Cuando crezcan intentarán convertirse en lobos solitarios, si la vida no les va bien, o el trapicheo está crudo, o sabes que te espera la cárcel o la sensación de ser un perdedor hasta que te mueras. Encontrarán una razón sublime para justificar su paso por la Tierra, con la certidumbre de que te esperan ríos de leche y miel asesinando a infieles anónimos, provocando el miedo y el estupor mediante tu barbarie nada selectiva.

Y vale, en cualquier turbante o velo hasta los ciudadanos civilizados, no solo el facherío casposo o señorial, pueden sentir el temblor de que la yihad es su razón de matar y de morir. Pero leo historias tan duras como enaltecedoras. Que una cría musulmana se negó a ponerse el velo aunque su madre la mordiera y acuchillara. Que otro chaval islámico, Nasser El-A, proclamó su homosexualidad y fue torturado por la familia. Tiene que haber muchos más. Y se la juegan.

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