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Rocío Márquez se sumerge en el universo de Pepe Marchena

La cantaora completa un proyecto con solidez, color, diversidad y contemporaneidad

No se trata de una revisión ni de un homenaje al uso, sí de una inmersión, con cierto aire vindicativo, en el universo de Pepe Marchena (Sevilla, 1903-1976) realizada con gran honestidad y total respeto, pero también con mucha libertad, probablemente la necesaria para el difícil reto de revisitar el vasto y original universo marchenero y reinterpretarlo después sin caer en una fácil reproducción mimética. Márquez despliega, por el contrario, unos registros artísticos dignos de reconocimiento por encima de gustos particulares.

La cantaora, que tiene recursos y cualidades para eso y más, ha sabido rodearse de un equipo de asesores, colaboradores o productores (Faustino Núñez, Pedro G. Romero, Raúl Fernández Refree, El Niño de Elche) que han proporcionado al proyecto solidez, color, diversidad o contemporaneidad, según los casos. Los guitarristas también son pieza fundamental en el empeño, quizás porque hay que tener mucha música en los dedos para estar a la altura creativa del maestro Tejada.

Lo están los Manolos, Franco y Herrera, mientras Pepe Habichuela deja su ligado pellizco en 2 de los 17 cortes. Con ellos viaja la tradición, aunque vista desde nuestros días. Cuando Refree entra en acción, la esencia puede que permanezca, porque va en el alma marcherena, en la garganta y en el oído privilegiados de Rocío, pero cobra dimensiones de vanguardia y un cierto corte rupturista sin perder el tono dulzón, el sabor a melaza, la rica variedad musical y el carácter melismático que domina toda la obra.

Rocío Márquez. El Niño. Universal.

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