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“La ideología es fundamental para no olvidar que nacemos desiguales”

El poeta chileno Raúl Zurita recibirá su primer honoris causa en Alicante el 5 de marzo

El poeta chileno Raúl Zurita, fotografiado en 2012.
El poeta chileno Raúl Zurita, fotografiado en 2012.

A Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950), el poeta chileno con más alcance internacional desde Pablo Neruda, le puede el pudor del momento. El 5 de marzo será nombrado por primera vez doctor honoris causa. Recién aterrizado en la Universidad de Alicante (UA) tras un viaje por tierras portuguesas, su conversación fluye suave, casi vergonzosa, las frases se quedan a veces a medio acabar y, sin embargo, prácticamente todas llevan una carga de profundidad: "La ideología todavía sirve para no olvidar algo fundamental como que somos seres humanos y nacemos profundamente iguales. Sirve para recordar que somos seres que podemos modificar nuestras circunstancias".

A este poeta que sufrió la humedad de las bodegas del buque carguero Maipo, usado como prisión por la dictadura pinochetista tras el golpe militar chileno en 1973, no le cuesta observar las diferencias del hoy y el ayer latinoamericano, pero lo encuentra "desastroso" al hacer repaso de la actualidad del continente americano. "En aquella década, todos los países tenían una dictadura, hoy es indudablemente mejor. Pero bastan situaciones como la que ocurren en México, monstruosas, para decir que todo está muy mal", argumenta Zurita ante un café y un grupo de periodistas en el centro Mario Benedetti de la UA rememorando los crímenes del narco en el país norteamericano.

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"Chile es desigual hasta la locura, presa de un neoliberalismo salvaje", continúa el poeta, preocupado por la "muy peligrosa" escalada de inestabilidad que está viviendo Venezuela. "Es un mundo que todavía pareciera que es bipolar. La legitimidad de los gobiernos hay que probarla con bastante frecuencia”, opina quien ya no se considera militante comunista pero si cree que el objetivo de esta ideología “sigue siendo un sueño indestructible”.

El autor versará su discurso de investidura en el horror de la violencia y las tercas esperanzas. Mal lector de sí mismo, se confiesa curioso por saber qué dirá de él toda la gente que le alabará y abrazará estos días en los distintos recitales planeados. La poesía de Zurita, Premio Nacional de las Letras de Chile (2000), pertenece a un territorio en el que el autor ha pretendido sacar a los versos de los libros, romper los cánones establecidos, casi una tradición en el país andino.

Zurita ha escrito en el cielo de Nueva York con una avioneta. Ha escrito en braile para aquellos a los que cegó la represión de la dictadura chilena. Ha recitado acompañado de una banda de rock. En el desierto de Atacama, como un primitivo en una caverna, escribió un poema de tres kilómetros de largo, versos que quizás en el futuro se olvide su autoría pero sean perfectamente idenficables. Su próxima obra, consistirá en un poema sobre un acantilado de la costa norte chilena bajo el título Verás un mar de piedra.

Todo por hacer llegar la poesía a la gente, propósito que le aproxima a Mario Benedetti, quien acercó la poesía a lo cotidiano y también recibió su primer honoris causa en Alicante. Junto a la palmera que plantó el uruguayo entonces, Zurita hará lo propio con una araucaria. “La poesía no te da nada es absolutamente autista, de un egoísmo monstruoso. Esto es una excepción”, asegura entre convencido y bromista sobre el reconocimiento del que será objeto. Quizás como le pasó a Benedetti, tras el primer doctorado, le sigan otros.

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