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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Héroes

Qué épico debe ser cumplir órdenes desahuciando a quien no tiene casi nada. Y con el frío que hace

Carlos Boyero
Cecilia Paredes en el momento de ser desahuciada de su casa en Vallecas.
Cecilia Paredes en el momento de ser desahuciada de su casa en Vallecas.

Como todavía dispongo esa cosa tan prescindible llamada techo y no me han cortado la calefacción, intento distraer a mi gripe ojeando el libro El francotirador, confesiones de un superhéroe que batió records cargándose malos en su posición de francotirador, esos señores que te vuelan la cabeza sin que notes jamás su presencia. Su cifra funeraria no está clara, pero aseguran que como mínimo mató a 160 demonios iraquíes. Bueno, a lo peor alguno no era diabólico, sino gente que pasaba por allí, pero ya se sabe que los asesinatos colaterales son inevitables.

Empleo el término ojear en vez de leer, porque el relato de sus experiencias no está contado con prosa realista sino más bien pedestre. Tal vez la culpa sea de la traducción, pero cuando el protagonista repite cada cierto tiempo que “se lo pasó de lo lindo” (tan duro currando y tan cursi expresándose) se te quitan las ganas en nombre de la estética de seguir constatando sus hazañas. También por razones éticas. Un pavo que afirma que para él solo existe Dios, la patria y la familia (en ese orden) me provoca algo relacionado con el asco y el miedo.

Este tarado en proceso de santificación se llamaba Chris Kyle y pertenecía a los Seal, esa unidad de élite dedicada a operaciones especiales. En la infancia me provocaban pavor los encapuchados nazarenos. Y de mayor, me causa un notable canguelo la imagen de esos soldados y policías enmascarados, con gafas de visión nocturna y armamento de todo tipo. De acuerdo, serán los guardianes del orden, la ley, la libertad, la democracia y no sé cuántas cosas más, pero su apariencia acojona no solo a los malos, sino también a los buenos, que somos nosotros.

Veo en televisión que 50 policías de esa guisa, antidisturbios, asaltan una casa en Vallecas cuya puerta está cubierta con un colchón, un somier y una nevera. Y deduzco ante semejante despliegue guerrero que dentro está refugiado el Eje del Mal, los resucitados Hitler, Stalin, Caligula, Jack the Ripper y otros monarcas de la historia de la infamia.

Pero no es así. Este ataque tiene la histórica misión de dejar en la puta calle a un matrimonio y a sus tres hijos, incluido un bebé de dos meses. Qué épico debe ser cumplir órdenes desahuciando a quien no tiene casi nada. Y con el frío que hace.

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