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“Prefiero el papel. Escribo todas mis novelas a mano”

El escritor mexicano Jordi Soler responde al carrusel de preguntas que le plantea este diario

El escritor mexicano Jordi Soler en el Hotel de las Letras de Madrid
El escritor mexicano Jordi Soler en el Hotel de las Letras de MadridLUIS SEVILLANO

Jordi Soler nació en Veracruz (México) en 1963. Desde hace 12 años vive en Barcelona, la que considera “la ciudad ideal” y de donde sus padres emigraron tras la guerra civil española (1936-1939). Aunque estudió Diseño Industrial, siempre quiso ser escritor y acaba de publicar la que es ya su décima novela, El príncipe que fui, en la que narra la vida del último heredero de Moctezuma en España. Su madre aún guarda los cuentos que escribía de niño. El empujón para dedicarse a la literatura se lo dio su padre con estas palabras: “Tienes que hacer lo que quieras hacer”.

Pregunta. ¿Le gusta cocinar?

Respuesta. Sí, pero al carbón. Es un sentimiento primitivo el de estar todos alrededor del fuego. En la cocina, preparo el desayuno los domingos. Nada complicado.

P. ¿Se aprecia una mezcla cultural en sus comidas?

R. Le ponemos salsa de chile a todo. Lo raro en mi casa sería que la tortilla de patatas se tomara sin chile.

P. ¿Qué libro recomendaría a sus hijos?

R. He descubierto que es más útil dejar un volumen en la mesa del salón que entrar a sus cuartos a decirles: “Léete esto”. Hace unos años, escribí Noviembre y Febrerito para ellos. Me inquietaba que no leyeran nada mío porque iba dirigido a un público mayor.

P. ¿Cuál es su lugar favorito?

R. Mi casa. En Navidad, mi familia y yo estuvimos en un lugar paradisíaco de México y todos suspirábamos porque queríamos volver. Somos como Dorita en el Mago de Oz: en ningún sitio como en casa.

P. ¿Cómo es su lector ideal?

R. Aquel que no puede soltar mi novela. Que la deja para comer y la retoma con el café. Si encuentro un libro mío todo subrayado me hará feliz, porque el lector se habrá sumergido en él.

P. ¿Subraya los libros?

R. Sí, me gusta doblar las esquinas de las páginas y subrayar o hacer anotaciones con bolígrafo. Por eso prefiero leer en papel, aunque no me causa ningún conflicto usar un ebook.

P. ¿Y para publicar?

Prefiero el papel. Escribo mis novelas a mano. La primera edición la hago al pasarlas a ordenador. Cuando publico me gusta que me llegue una caja con 20 ejemplares, no un link.

P. ¿Cuál es su obra preferida?

R. Soy miembro de la Orden del Finnegans, que es un grupo de seguidores del Ulises de James Joyce. La he leído en todas las lenguas que puedo: inglés, francés, español y catalán. Es mi estrella polar. La literatura nunca ha llegado tan lejos. Si me preguntaran qué es una novela, respondería que el Ulises.

P. ¿Qué le reprochan sus amigos?

R. Que me desaparezco mucho. Son ellos los que me buscan. No me llama nada la vida en sociedad. Aunque cuando estoy con ellos, disfruto mucho y me pregunto por qué no lo hago más a menudo.

P. ¿Con qué personaje literario se identifica?

R. Con Humbert, el profesor de Lolita, por su torpeza y su inseguridad a la hora de relacionarse con el mundo; y con Kurtz, de El corazón de las tinieblas, porque creo que los novelistas vivimos, como él, aislados en una selva y peleando por cosas que ya nadie recuerda.

P. ¿Tiene algún sueño recurrente?

R. Sí. Sueño que brinco mucho, mucho, hasta que vuelo. Y la sensación de poder volar me dura hasta que me tomo un café y recuerdo que tengo vértigo. Antes, soñaba también que estaba en una cafetería y quería ir al servicio. Entonces, me daba cuenta de que no tenía pantalones. Ese sueño desapareció con la edad.

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