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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sexualidad

Admiro la osadía de Soderbergh para atreverse a desarrollar temática tan áspera en una serie, 'The Knick', que puede amargar la digestión del estómago más templado

Carlos Boyero

Veo en casa ajena el primer capítulo de la serie The Knick, que imagino podré adquirir en Blu-Ray dentro de diez años (solo exagero ligeramente, han pasado miles de lunas y todavía no ha aparecido en el mercado español la tercera y última temporada de ese magnífico western con aroma shakesperiano titulado Deadwood) y alucino con una secuencia en la que al protagonista, un cirujano cocainómano en el principio del siglo XX, le inyectan la droga en los genitales. Después de espantar al mono, este brillante galeno ya está en condiciones para intentar salvarle la vida a un paciente en operaciones experimentales que se realizan en público, ante todo el equipo médico de un hospital que asiste embelesado al nacimiento de la cirugía. Y admiras la osadía de Soderbergh para atreverse a desarrollar temática tan áspera en una serie que puede amargar la digestión del estómago más templado.

También veo con retraso, pasmo y admiración en dos suculentos atracones la primera temporada de Masters of sex, de Michelle Ashford, y centrada en un tema que hace veinte años cualquier productora hubiera juzgado como el delirio de un inventor zumbado, como un proyecto irrealizable por el escándalo que provocaría entre los consumidores masivos de series. Habla con lucidez, atrevimiento, situaciones turbadoras y personajes complejos de las investigaciones del inquietante, revolucionario, perfeccionista, enigmático doctor William Masters y una mujer tan abierta de mente y cuerpo como tenaz en sus propósitos, feminista con causa y sin estridencias, llamada Virginia Johnson, sobre el inexplorado universo de la sexualidad, sobre ese motor vital abarrotado de secretos, carencias, desarreglos, placer, orgasmos, misterios, impotencia, soledad, armonía, comunicación, vértigo, alegría, traumas, obsesión, amargura, liberación, felicidad. Dudo de que los pornógrafos se sientan en el paraíso con Masters of sex aunque la copulación, la masturbación y el erotismo sean sus protagonistas, pero el paladar cinéfilo sabrá apreciar la calidad de esos guiones, esas imágenes, esas interpretaciones. Como todos los varones heterosexuales que aparecen en la serie, yo también me he enamorado de la atractiva, desinhibida y sabia Virginia Johnson, que interpreta con matices, fuerza y sutileza Lizzy Caplan.

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