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‘IN MEMORIAM’

Silvio Zavala, historiador mexicano

En 1993 recibió el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales

El historiador mexicano Silvio Zavala.
El historiador mexicano Silvio Zavala.

El 5 de diciembre, dos meses antes de cumplir 106 años, falleció el gran historiador mexicano Silvio Zavala, nacido en Mérida, Yucatán, el 7 de febrero de 1909. Su larga vida abarcó una fértil trayectoria como investigador, pero también como fundador y director de instituciones académicas y culturales. Además, realizó una importante actividad diplomática como delegado ante la UNESCO (1956-1963) y embajador en Francia (1966-1975).

Silvio Zavala estudió la carrera de leyes, primero en la Universidad del Sureste, luego en la Nacional de México y, finalmente, en 1931, en la Central de Madrid (hoy Complutense), gracias a una beca de intercambio otorgada por el Gobierno español. Dos años después se doctoró en Derecho y publicó su breve pero original tesis sobre Los intereses particulares en la conquista de la Nueva España (1933). Zavala permaneció en España hasta finales de 1936, adscrito a la Sección Hispanoamericana del Centro de Estudios Históricos de Madrid, dirigido por Ramón Menéndez Pidal. Allí, en contacto con renombrados mentores como Rafael Altamira, Claudio Sánchez Albornoz y otros, en solo dos años publicó un par de obras que renovaron la historiografía colonial, al mostrar cómo las instituciones implantadas por España en América se transformaron y adquirieron un perfil propio al entrar en contacto con las realidades sociales y económicas americanas: Las instituciones jurídicas en la conquista de América y La encomienda indiana (1935). Además de su producción académica, Zavala colaboró en publicaciones mexicanas con artículos sobre la política española durante la Segunda República, recogidos en 2009 por uno de sus destacados alumnos, Andrés Lira, bajo el título Primeras Jornadas, 1931-1937.

Historiador infatigable, Silvio Zavala publicó a lo largo de los años unos 300 títulos entre libros y artículos especializados. En ellos transitó con igual soltura por espacios y tiempos históricos diversos, desde la geografía americana hasta la de otros continentes; desde la filosofía moral de los humanistas e ilustrados europeos hasta las ideas políticas de los socialistas y liberales del siglo XIX. En su vasta obra se suceden encomenderos e indios, africanos y esclavistas, reformadores y misoneístas, y en ella desfila un complejo universo de personajes, ideas y deslumbrantes atisbos sociales.

Al regresar a México ya comenzada la Guerra Civil española, Zavala desarrolló otras facetas intelectuales. Además de continuar su intensa labor de investigación, comenzó una febril actividad como fundador y director de revistas y de instituciones académicas y como formador de sucesivas generaciones de historiadores. Su labor en la cátedra se remonta a la creación, el 14 de abril de 1941, del Centro de Estudios Históricos en el recién fundado Colegio de México, sucesor de La Casa de España, creada en 1938 por el Gobierno de Lázaro Cárdenas con el apoyo de un selecto grupo de intelectuales mexicanos para recibir a los científicos, artistas y académicos del exilio republicano. Quienes fuimos sus alumnos conocimos en don Silvio al profesor sabio y exigente, pero también al hombre generoso y alentador. Él nos ejercitó en el análisis del documento y de la realidad que lo engendra, en el examen directo de las fuentes primarias, pero también en el estudio riguroso de sus contextos.

Sería un error pensar que Zavala únicamente fue hombre de gabinete y cátedra, pues jamás dejó de examinar atentamente la marcha del mundo ni de asumir responsabilidades públicas. Desde sus diversos puestos directivos se preocupó porque en su país y en su América se desarrollaran políticas científicas que estimularan la investigación histórica y humanística. Como maestro tampoco se limitó a transmitir conocimientos, sino que con su ejemplo siempre fomentó el compromiso, la derechura y la coherencia tanto en lo público como en lo privado.

A lo largo de su vida Zavala recibió numerosas distinciones. Entre estas destacaron becas internacionales, doctorados honoris causa y nombramientos en Academias de la Historia de diversos países, el premio Nacional de Historia (México, 1969) y el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales, otorgado en 1993 por primera y única vez a un historiador latinoamericano. A sus 84 años este último reconocimiento fue la culminación de seis décadas de excepcional vitalidad, pasión y compromiso intelectuales.

Desde hace unos días Silvio Zavala descansa definitivamente, dejando tras de sí un legado excepcional: una obra que transformó la historiografía colonial y un Centro de Estudios Históricos de reconocida excelencia en una institución también galardonada en 2001 con el premio Príncipe de Asturias. A título personal, para quienes tuvimos la fortuna de tratar a don Silvio como maestro, como colega, como amigo nos queda también su recuerdo imperecedero.

Clara E. Lida es historiadora del Colegio de México.

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