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cámara oculta
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Corrupción y torturas

Hay películas que nacen en mal momento. Se discuten mucho pero al cabo del tiempo son mejor valoradas por su testimonio histórico

Hay películas que nacen en mal momento. Se discuten mucho por tal o cual reparo pero al cabo del tiempo son mejor valoradas por lo que tienen de testimonio histórico. Pasó, por ejemplo, con 7 días de enero, de Juan Antonio Bardem, sobre la matanza de los abogados laboralistas de la calle Atocha de Madrid perpetrada por un grupo fascista en 1977. Si no se hubiera hecho en su momento hoy no tendríamos ese recordatorio cinematográfico de una de las páginas más negras de la transición. O más recientemente Escuchando al juez Garzón, de Isabel Coixet, que espero haga otra película urgente sobre el igualmente vergonzante caso del juez Ruz, tan escandaloso e indignante como aquel.

Hubo películas coyunturales sobre escándalos de corrupción como el de Redondela, de Pedro Costa, que narra el caso del robo de millones de toneladas de aceite, tema en el que estaba involucrado el hermano de Franco, donde hubo muertes misteriosas, y que se cerró con la “desaparición” del sumario de 5.000 folios siendo Mariano Rajoy presidente de la Audiencia Provincial de Vigo. O El caso Almería, también de Pedro Costa, que cuenta el asesinato por parte de miembros de la Guardia Civil de tres muchachos cántabros que fueron confundidos con etarras. O Matar al Nani, de Roberto Bodegas, que tuvo la mala suerte de estrenarse justo en el momento en que la televisión daba diariamente noticias del juicio a los tres policías que le habían asesinado en dependencias oficiales, por lo que el público estaba saturado de información.

Por supuesto que no sólo el cine español produce de vez en cuando este tipo de películas. Sobre las torturas en la cárcel ilegal de Guantánamo, el británico Michael Winterbottom ayudado por Mat Whitecross realizó la excelente Camino a Guantánamo (2006) que fue premiada en el festival de Berlín, mientras que por su parte los canadienses Luc Cöté y Patricio Henriquez recibieron innumerables premios por su documental A usted no le gusta la verdad (2010), sobre el cruel interrogatorio a un joven canadiense de 16 años en la cárcel de Guantánamo, y el alemán Stefan Schaller dirigió recientemente 5 años de vida, sobre la detención y tortura en esa base de un ciudadano alemán de origen turco, finalmente declarado inocente.

¿Y por parte del cine de Hollywood respecto a Guantánamo? Poco. Por citar algunas, la comedia de dudoso gusto Dos colgaos muy fumaos: fuga de Guantánamo (2008), la intervención de Michael Moore en Sicko (2007) en la que acompañando a unos enfermos graves norteamericanos se dirige a Guantánamo para exigir que los cuiden “tan bien” como a los presos, ya que en su país carecen de asistencia médica, ciertas alusiones indirectas en Algunos hombres buenos (Bob Reiner, 1992)… Mientras, esperamos el estreno de Camp X-Ray, del primerizo Peter Sattler, recientemente presentada en el festival de Sundance, que al parecer cuenta las relaciones entre una vigilante de la base y un preso que lleva ocho años detenido. Pero es que la industria de Hollywood se palpa mucho la ropa ante el cine de denuncia.

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