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Ridley Scott crea un Moisés para el siglo XXI

El cineasta presenta en Madrid ‘Exodus (dioses y reyes)’

Gregorio Belinchón
Una de las imágenes de 'Exodus: Dioses y reyes'.
Una de las imágenes de 'Exodus: Dioses y reyes'.ACN

En esta nueva ola hollywoodiense de películas bíblicas, por picar ha picado hasta Ridley Scott (South Shields, 1937), a quien le encomendaron la delicada misión de que el público olvidara la mítica Los diez mandamientos y a Charlton Heston como Moisés. Para ello el británico ha reclutado a un reparto variopinto que encabeza Christian Bale como el gran líder del pueblo hebreo, el hombre que liberó a los suyos de la tiranía egipcia, un imperio que comandaba Ramsés II, y los guió a través del desierto hacia su destino final, Canaán, la tierra prometida, lugar que, por cierto, no llegó a pisar Moisés. El resultado es Exodus (dioses y reyes), película que esta tarde han presentado en Madrid Bale, Scott, María Valderde –que encarna a Séfora, la esposa de Moisés- y el músico Alberto Iglesias, responsable de la banda sonora. Mañana se estrena en España.

Scott parece vivir exprimiendo al máximo el posible final de su carrera. El inglés no debutó en el cine hasta los 40 años, con Los duelistas, en sus inicios hizo un filme cada dos o tres años y ha ido incrementando su ritmo: en lo que llevamos de siglo XXI ha dirigido 12 largometrajes y ya le están esperando en el rodaje de The martian, ciencia-ficción con Matt Damon, Jessica Chastain, Kate Mara y Kristen Wiig. Esta no la hará en España, pero Scott habla maravillas de “los equipos técnicos españoles”. Exodus se ha filmado en Almería, Fuerteventura y algo en interiores en Londres, y la mayor parte de la financiación es española. “Es mi cuarta película en España y tanto la gente como las localizaciones son espectaculares”. Se lamentó por la falta de trabajo en lo que él considera “el mejor estudio del mundo, la Ciudad de la Luz”, en Alicante. “Es una pena, está vacío. Si tienen problemas financieros alquílelos”.

En cuanto a Moisés, Scott reconoce que “sabía lo que todos”: que fue abandonado en una cestilla flotando en el río Nilo, que se educó en la corte de Menfis, que descubrió que era hebreo y que acabó siendo un líder espiritual y militar. “El guion me dio todo lo que desconocía”. Y así nace un hombre luchador, un terrorista, alguien que en algún momento parece rozar la esquizofrenia, eso sí, también dotado de una personalidad hipnótica. Sobre su Dios en el filme, encarnado por un niño, defendió que “era uno de los grandes retos del filme”. “No quería caer en el tópico, no mostrar rayos y truenos. Era un desafío. Y hemos buscado a este niño, Malak, nombre que significa tanto mensajero como ángel“. Sobre sus creencias personales, ahondó: “De pequeño me obligaban a ir a la iglesia, a cantar himnos… Cuando llegué a la adolescencia lo dejé. Al final algo se queda dentro de ti. Para mí la religión es parte de la conciencia. Cuando filmé El reino de los cielos me sentía ateo con algo de religiosidad… Hoy tengo mis dudas, así que me defino agnóstico con dudas”.

El cineasta se negó a responder sobre las frases políticas que salpican el metraje, como cuando Moisés avisa a sus hermanos sobre cómo los iban a recibir a esos 400.000 hebreos emigrantes los habitantes de Canaán, lo que lleva al espectador a reflexionar acerca de su posible paralelismo con el Israel actual, donde se mezcla religión y política. “Separo la política de la religión. No quiero responder a eso”, cortó tajante. Sí dijo que Moisés podría recordar a actuales líderes, pero en otros campos: “Hace 5.000 años ya había gente con gran carisma y oratoria. Supongo que para mi generación habría paralelismos con Elvis Presley o Bruce Springteen, artistas que mueven masas”.

Bale alabó de Scott su ritmo: “Es un artistas, pinta y te dibuja la secuencia y la rueda rápidamente. No para. Posee un pragmatismo nato, y necesita la mitad de tiempo que otros directores. Tiene 20 veces más energía que yo”. Valverde comentó que envidia del cineasta “su pasión”. “Recuerdo su cara cuando me enseñaba las secuencias recién rodadas”. Finalmente Alberto Iglesias recordó de su trabajo a la hora de componer la música con Scott cómo le explicaba “la pulsión de cada secuencia”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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