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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Y se ríen

Que le pregunten a los parados, a los jóvenes y a los que han condenado a la intemperie su opinión sobre el programa económico del Gobierno

Carlos Boyero

Sospecho que la fotografía de Mariano Rajoy en el Congreso que publicaba en primera plana ayer este periódico merece que Millás la diseccione en una operación sin anestesia en su impagable sección La imagen. Mi simpleza para captar matices solo deduce en la desolada y cabizbaja mirada del prócer y en su pesarosa mano sujetando el cráneo que sufre una migraña feroz, que la cabeza le va a estallar por algún desorden físico o psíquico. Y me pregunto qué puede turbar al hombre tranquilo, al representante del ni voy ni vengo sino todo lo contrario y que llueva, que llueva, que yo no me mojo y ya escampará, al mudo desvergonzado y al escapista vocacional ante las cuestiones que verdaderamente importan a sus súbditos.

Pero si su gesto me preocupa, me alivia saber al escuchar determinadas certidumbres en su hilarante y regeneracional discurso que mantiene intacta su involuntaria vena cómica, su afición al disparate, la capacidad para mentir hasta el delirio sin que por ello sufra transformaciones su nariz. Hay que poseeer una naturaleza especial para afirmar sin intenciones sarcásticas ni autoparódicas cositas tan delirantes o cínicas como: “España no está corrompida. Se comienza generalizando la corrupción, se culpa a los políticos, se sigue con la propia política y se acaba señalando al sistema”. Lo que no cuenta es el resultado final de ese acoso tan injusto y esa calumnias planificadas. Por mi parte encontraría venturoso que se cumplieran sus apocalípticas predicciones, ser testigo del estallido del sistema, bailar con alborozo hasta que los de siempre se inventaran otro similar perpetuando la guerra más antigua y permanente de la humanidad, la de los fuertes machacando a los débiles. Y, cómo no, haciendo nuestro aquel utópico deseo de Borges: “Creo que con el tiempo mereceremos no tener gobiernos”.

Lo que no provoca una sonrisa irónica sino solo mala hostia son las risas que compartían en público la racionalista vicepresidenta y ese señor de voz gomosa que es ministro de Economía. Su jolgorio se debe a las propuestas económicas de Podemos. Que le pregunten a los parados, a los jóvenes y a los que han condenado a la intemperie su opinión sobre el programa económico que ha ejecutado con ellos el actual Gobierno. A lo peor no se ríen y añoran la guillotina.

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